miércoles, 28 de octubre de 2009

Batallas en mi baño


Mi bañadara se ha convertido en la sucursal del INADI de los alacranes: hay chiquitos, medianos y grandecitos; claros y oscuros; rápidos y medio abombados. Hay espacio para todos.

No sé si gracias a la sequía, a los calores o a las cracachas, el asunto es que estos bichos aparecen en mi bañadera y yo ya tengo el tic nervioso (histérico, muy histérico) de fijarme si no hay uno de estos especímenes en mi bañadera cada vez que entro al baño.

Siempre les había tenido mucho miedo. Cuando era más chica salió en los diarios y en la tele el caso de alguien que se había muerto por la picadura de un alacrán. Pasé noches sin levantarme para ir al baño y me acostumbré a revolver en mis zapatillas con un palito para asegurarme de que ninguno me clavara la cola punteaguda en un pie. Después me olvidé un poco del asunto, pero igual les tenía miedo.

Hace una semana apareció el primero. Cuando me levanté, mientras me preparaba para una ducha antes de ir al trabajo vi a uno en vivo y en directo en mi bañadera. Fue el primero que vi en mi vida y me asusté. Obviamente que no me animé a matarlo, así que grité -tampoco me bañé-. La "Botones", una amiga con la que comparto casa, fue al baño con una poderosa ojota de Boca número 36. Le pegó el primer chancletazo y el alacrán empezó a correr como loco (este era de los rápidos). Ya al quinto, lo despachurró y quedó tendido en la bañadera hasta que otra amiga se animó a tirarlo a la basura (por las dudas, antes le cortó el aguijón).

Después apareció el segundo, al que no registré, pero que según la "Botones" quedó estampado como chicle y terminó en el resumidero.

Con el tercero ya me animé a acercarme. Con Kike, mi amigo, los inspeccionamos bien hasta que se le ocurrió un uso útil para el cadaver: dárselo a su hermanito, que éste lo llevara a la escuela y que le dieran días libres de clases por desinfección; así que el muchacho partió con el arácnido envuelto para regalo en un celofán de paquete de cigarrillos.

Con los primeros no nos preocupamos mucho, porque sólo estaban en la bañadera. Pero ayer apareció uno en el piso, como queriendo ganar espacio. Por suerte, la ojota de Boca les volvió a ganar la batalla, pero ellos están avanzando. Así que ahora optamos por lo sano: fumigador y fluido Manchester, porque una chancleta azul y amarilla número 36 no es suficiente contra semejante rival.