miércoles, 28 de octubre de 2009

Batallas en mi baño


Mi bañadara se ha convertido en la sucursal del INADI de los alacranes: hay chiquitos, medianos y grandecitos; claros y oscuros; rápidos y medio abombados. Hay espacio para todos.

No sé si gracias a la sequía, a los calores o a las cracachas, el asunto es que estos bichos aparecen en mi bañadera y yo ya tengo el tic nervioso (histérico, muy histérico) de fijarme si no hay uno de estos especímenes en mi bañadera cada vez que entro al baño.

Siempre les había tenido mucho miedo. Cuando era más chica salió en los diarios y en la tele el caso de alguien que se había muerto por la picadura de un alacrán. Pasé noches sin levantarme para ir al baño y me acostumbré a revolver en mis zapatillas con un palito para asegurarme de que ninguno me clavara la cola punteaguda en un pie. Después me olvidé un poco del asunto, pero igual les tenía miedo.

Hace una semana apareció el primero. Cuando me levanté, mientras me preparaba para una ducha antes de ir al trabajo vi a uno en vivo y en directo en mi bañadera. Fue el primero que vi en mi vida y me asusté. Obviamente que no me animé a matarlo, así que grité -tampoco me bañé-. La "Botones", una amiga con la que comparto casa, fue al baño con una poderosa ojota de Boca número 36. Le pegó el primer chancletazo y el alacrán empezó a correr como loco (este era de los rápidos). Ya al quinto, lo despachurró y quedó tendido en la bañadera hasta que otra amiga se animó a tirarlo a la basura (por las dudas, antes le cortó el aguijón).

Después apareció el segundo, al que no registré, pero que según la "Botones" quedó estampado como chicle y terminó en el resumidero.

Con el tercero ya me animé a acercarme. Con Kike, mi amigo, los inspeccionamos bien hasta que se le ocurrió un uso útil para el cadaver: dárselo a su hermanito, que éste lo llevara a la escuela y que le dieran días libres de clases por desinfección; así que el muchacho partió con el arácnido envuelto para regalo en un celofán de paquete de cigarrillos.

Con los primeros no nos preocupamos mucho, porque sólo estaban en la bañadera. Pero ayer apareció uno en el piso, como queriendo ganar espacio. Por suerte, la ojota de Boca les volvió a ganar la batalla, pero ellos están avanzando. Así que ahora optamos por lo sano: fumigador y fluido Manchester, porque una chancleta azul y amarilla número 36 no es suficiente contra semejante rival.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Pokebola violenta



Hace como una semana y un día que no fumo ni un solo pucho. Estoy insoportable. Y lentamente sospecho que me voy a ir convirtiendo en una pokebola enorme. Un pikachu violentísimo. Un pericote rabioso. O algo así.


Lo del peso no es tan terrible, porque nunca tuve una figura demasiado agraciada. Y según dijo un sabio alguna vez "hay gorditas encantadoras". (Sí, seguro, sobre todo ahora que se viene el veranito). Pero lo de la violencia podría traer (¿me?) problemas.


Lo curioso es que durante los años que fumé, cuando me quedaba sin fuego, nunca conseguía a nadie que estuviera fumando por la calle. Y ahora me parece que el 90% de la humanidad anda tirando humo por la vida.


Los primeros días podría haber dicho que no fumar no es tan tremendo. Que la cosa es soportable. Que es cuestión de aguantar un ratito. Pero al séptimo día, en vez de descansar como hizo el buen dios, me largué a llorar, supongo que por el vacío existencial de mis pulmones.


Y lo de mi humor, podríamos hacer de cuenta que antes era una chica súper simpática que andaba derrochando alegría y simpatía por la vida; pero no, no era así, la verdad es que siempre tuve un poco de tendencia al caraculismo, quizá por la timidez. Pero lo cierto es que ahora mi cara de poca tolerancia no es por la timidez sino que es realmente por mal humor… Con esto me vengo a dar cuenta de algo terrible : mi madre tiene razón y soy ciclotímica (lo terrible, claro, es que mi madre esté en lo cierto). Así que ahora voy a poner especial esfuerzo en estar de mal humor todo el tiempo o con constante cara de Ned Flanders. Aún no decidí.


Ahora, lo que me preocupa un poquito es que estoy desarrollando cierta simpatía por unas pastillitas un poco horribles que se llaman Niquitin o algo así. Tienen nicotina. Y son, obviamente, más difíciles de conseguir que los cigarrillos. Y más caras. Y por supuesto, no son tan divertidas, porque ni humo tiran. Así que ni bien la simpatía se transforme en gusto voy a estar frita.


En fin, ahora estoy pensando en comprarme un librito de Cohelo, Osho, Bucay o Pepe Honguito como para que el ahorro de los dos veinte por día esté sanamente invertido. Quién dice, tal vez algún día termine escribiendo alguna guía onda “Guía Kissifur para dejar de fumar en 20 pasos. Éxito garantizado”. Quién dice…

jueves, 17 de septiembre de 2009

Liberación de libros

Acá pego algo que encontré en el Facebook y me pareció una buena idea (sí, sí, ando vaguísima para escribir, pero no para leer). A ver si alguien se quiere prender.

¡Libro Libre Argentina convoca a la 6ta Gran Liberación de Libros!Festeja el día de la primavera y el estudiante dejando un libro en un espacio público (oficina, plaza, bar, transporte público, cabina telefónica, museo...). Pueden participar del movimiento todos aquellos que lo deseen liberando un libro ese día en el pueblo, ciudad, distrito o municipio en que se encuentren.Para participar dejá un libro en un espacio público con una dedicatoria que indique:- Que el libro pertenece al movimiento "Libro Libre".- Que es de quien lo encuentre pero que al finalizar su lectura deberá ser liberado.¡Muchas gracias por participar de esta gran cruzada y compartir la propuesta con sus amigos!

miércoles, 5 de agosto de 2009

Macro estúpidos

Hoy fui a cobrar en uno de esos bancos céntricos, socios de José Jorge y demás. Cobro por cajero humano, como ya conté, por no tener DNI. Me levanté temprano y de buen humor, como siempre que es día de pago. Pero después...
Al llegar, te hacen formar como a ganado. Y luego... otra fila a lo indio. Pero son cosas que una se banca, porque por plata baila el mono. El asunto es que al llegar mi turno, paso, saludo bien y estiro mi tirilla y la cédula federal. El pierna que atiende que mira con su mejor cara de ojete y la peor de sus voluntades. Me dice que no me va a pagar, porque sólo pueden pagar con DNI (que, por cierto, está en trámite hace más de un año). Le digo que no, que siempre presento la cédula y la tirilla y que así me pagan. Pero no, señala un cartelito para no repetir. Me levanta el tono. Me trata como el traste. Y que no, que nos están filmando, que no te voy a pagar, que son las reglas, que vos fijate qué hacés. Pero señor, qué quiere que haga, si no tengo DNI y no tengo tarjeta de débito y por eso cobro por cajero. No, no se puede, fijate qué hacés. Más sí, perdete, que tenga un pésimo día.
Agarré mis papeluchos y subí corriendo las escaleras que van al primer piso. Me formé muy india, otra vez. Llegó mi turno. Estiré mi identidad por debajo del mostrador. ¿Va a retirar todo? Sí, por favor. Firma, aclaración y número de documento, por favor. Acá tiene, muchas gracias, que tenga un buen día. Usted también.
Bajé corriendo. Busqué al infeliz del cajero anterior. De lejos, le pedí al cielo con toda mi alma que le salieran hemorroides para que su cara y su voluntad estén justificadas ¡Estúpido!

miércoles, 29 de julio de 2009

Estrellitas de día


¿Cómo la estás pasando?



-Como en los mejores tiempos.



Así contestó Miguel Ángel Estrella en Vinará, Santiago del Estero. El músico fue un espectador más el lunes y los chicos que participan de los talleres de Música Esperanza en esa localidad y en el que funciona en “La Bombilla” dejaron volar, bajo el sol que ya calentaba, todo el talento que llevan para ser los protagonistas del día.

Los tucumanos que viajaron llegaron en una combi después de las diez de la mañana y todavía el frío apretaba un poco. El mate cocido caliente con pan fresco no se hizo esperar y empezaron espontáneamente a ensayar -sin que los profes les dijeran nada- para la presentación que sería después del almuerzo. También bailaron en uno de los salones, todos mezclados, cuando escucharon las primeras canciones de la mañana. Mientras tanto, otros curiosos jugaban en los autos antiguos del lugar o correteaban por ahí.
Santiagueños y tucumanos intercambiaron abrazos, acordes y pasos de baile. Al mediodía comenzaron a circular empanadas recién salidas de horno, como previa del locro que ya estaba casi a punto. Un ratito después, en tablones apostados bajo el sol, todos compartieron el almuerzo -locro sabroso, cargado de campo.
“Hay mucho amor acá. Los chicos tienen un ansia muy grande de vivir cosas fuertes. Es muy diferente plantarse frente al televisor y dejarse invadir por cosas a veces de muy mal gusto, muy comerciales, a bailar. No tiene nada que ver. Cuando entré me emocionó mucho, hasta las lagrimas, de ver la garra con que bailaban”, confesó emocionado Estrella. “Yo digo que un chico que baila, que dice poemas, que toca un instrumento y que lo toca con ganas… Que hace esas cosas con pasión, es un chicos salvado”, sostiene, siempre tan convencido que convence a los demás.
Al rato comenzó la muestra. Los bailarines santiagueños invitaron a la chacarera a que tomara sol. Y se levantó la polvareda entre zapateos y zarandeos. Las muchachas santiagueñas se animaron y cantaron alguna zambita también.
Entre presentación y presentación, Miguel Ángel agradeció a los chicos. “Allá por el 85 hemos vivido momentos muy fuertes, muy lindos, de mucha esperanza. Y También muchos momentos de frustraciones No lo digo con mala onda porque ya hace mucho que sé que los seres humanos tenemos lo mejor y lo peor”, recordó. "El asunto fue descubrir con mi mujer -me acuerdo- que tuvimos una crisis a los 25 años. Y comprendimos que éramos buena gente, pero que no nos gustaban las diferencias, que veíamos una persona diferente y la cuestionabamos. Y nos dimos cuenta ahí que quizá la solución para eso era alimentar todo lo bueno que teníamos, todo lo de generoso, de amistosos, de no pasar por encima de nadie, de respetuosos. Y nos estudiabamos el uno al otro. Eso era un prueba difícil. El otro, en mi caso marta, tenía que señalarme cuándo estaba en alguna deriva, de lo peor que había en mí y yo viceversa. Eso es bastante difícil de transmitir, pero yo lo hablo mucho con mis hijos y con mis ñietos”, compartió con todos.
Después, los 13 tucumanitos que llegaron de visita hicieron música del aire, con sikus, quenas y un bombo que resonaba al compás, con “Parque”, el tallerista que les enseña, al frente. Y después siguió la fiesta, Martín Fierro recitado, presente en el escenario.
Cuando llegaba la tarde, los chicos subieron a la combi que los había traído. Antes, se despidieron de Estrella con besos, abrazos... y hasta la próxima vez.


Esperanza en Colombia

"Ahora estuve en Colombia, en un caserío también. Allá les dicen veredas, que son ranchos que están al lado de un camino. Es vertical, en una línea. Y vi un trabajo admirable, también de Música Esperanza, con la música, la educación, el deporte, la danza y con el teatro. Está dirigido con cuatro monjas de Betlem, Betlemitas, que quiere decir Belén, donde nació cristo. Y es una orden de gente de la realidad, que no está atosigando a los chicos con rezar el rosario, sino que se meten en la vida de criaturas que arrastran fardos muy pesados cosas de la miseria. Son chicos salvados.

Las cuatro monjas son mujeres inteligentes, de inteligencias complementarias, que se quieren muchísimo entre ellas, y donde no hay rivalidades de ninguna clase. Es muy lindo el ambiente que hay ahí. Y ellas contienen a esos chicos que les cuentan sus cuitas, que son cuitas muy pesadas para chicos de 8, 9 10 años. Y hay talleristas. Hay un director de orquesta y un asistente de un caserío también y hacen un trabajo extraordinario. Tienen una orquesta de vientos, de cuerdas pulsadas, coro, actores y bailarines. En el baile no son tan diestros como los de acá pero en la música son impresionantes y también en la tarea actoral. Cuando llegué me ofrecieron un momento de arte y el que presentaba era un pendejito de 10 años, con un dominio de la escena…" relató antes de que empezara la función.

jueves, 2 de julio de 2009

Pigs are coming!

Chancho vaaaaa!
Hace tiempo encontré este chanchito mientras iba por la 24 de Setiembre. En ese momento me pareció genial. Y no hay nada que hacerle, entre tanto barbijo y alcohol en gel hiper cotizado, lo único que nos queda es rezarle a puerco araña, que al mal ataca con su tela araña.

viernes, 26 de junio de 2009

Un tango al destino

Primero, mi laptop fue arrojada desde un octavo piso. Sí, hizo plop contra la planta baja, le falló el vuelo. Y eso que recién voy por la cuarta cuota.
Debe ser lindo tirar una computadora por la ventana... Y más si no es tuya. Uno debe sentirse como Charly García, pero con menos gracia. Y ya que voló la notebook, también le probaron las alitas al mp3. Tampoco funcionaban.
A falta de computadora, comencé a ser una fiel consumidora de los estrenos en devedé que venden en la peatonal. La mitad de las películas se ven maso, pero bueno, es un buen entretenimiento. Ayer escuchaba música. Mientras veía la pantalla del tele, se puso oscura. Plop de vuelta. No anda más el tele.
A un costadito estaba mi bandoneón. Me puse a tocarlo -mal, como siempre- después de mucho tiempo, con miedo a que hiciera crac. Pero no, sigue funcionando. Supongo que este destino que arruina todos los productos tecnológicos que tengo no se va a meter con mi fueye. Y ya va a ver, flor de tango que le voy a hacer al maldito, que hasta se va a ir llorando.

miércoles, 17 de junio de 2009

¡Cristo quiere ser flogger!



El sábado por la tarde estaba con un amigo tomando una cerveza al aire libre. Mi amigo es criticón y el 90 % de la humanidad le parece estúpida -en eso no concordamos-. En un momento comenzó a reirse porque en la cuadra apareció un muchachito (creo), con el pelo prolijamente despeinado, unos chupines y una remera en la que aparecía un Jebús colorinche, que parecía sumergido en una nube lisérgica muy fluo (si yo hubiese usado esa remera mi madre me habría querido más). El piernita iba solo y al verlo a mi amigo -que ya no se reía- le hizo un ademán de cura con la mano y lo santificó con un "yo te absuelvo" sobrador.


Yo largué una carcajada ante la frase del flogger. Mi amigo quedó boquiabierto, todo desorientado y cuando cayó, se dio cuenta de que ya era tarde para estrellarlo contra la vidriera de A +, porque este discípulo posmoderno y narcisista de Cristo iba muy rápido. Mi amigo se quedó mentando a la madre que lo parió al flogger, que seguramente no era virgen, pero que quizá se llamaba María. Y yo, como consuelo, le dije que al menos la bendición venía de un joven con delirios de grandeza y no de Ratzinger. Y que si el Papa podía andar bendiciendo con semejante pasado y presente que tiene, por qué no podía el jovencito ese que cargaba con tanto orgullo la imagen del Señor que hasta parecía que Jesús iba gritando por la 25 de Mayo "acá vengo yo". La cosa no le convenció demasiado a mi amigo, pero a mí el pendejo flogger me pareció genial.

N. de A.: no pude encontrar la imagen de la remera flogger...pero más o menos era así, sólo que con más color.

martes, 16 de junio de 2009

Do we fuck lands? (Así que nosotros somos los garcas)


Acá copio una nota que fue publicada en el diario Crítica, acerca de un artículo que apareció en The Guardian, un diario británico. En la noticia, un funcionario acusa a la Argentina por perjudicar -mediante una guerra económica- a las islas Malvinas. No digo que los argentinos seamos unos santos, pero los ingleses, encima de piratas muy educados, son descarados.


Un nuevo capítulo se sumó al conflicto diplomático por la soberanía de las islas Malvinas. El diario británico The Guardian lo tituló: “El gobierno de las islas Falkland acusó a la Argentina de llevar adelante una guerra económica”. El artículo recoge el discurso de un miembro de la asamblea legislativa, Mike Summers, durante un acto por el 27º aniversario del fin de la guerra en el archipiélago.

Summers sostuvo que la Argentina obstaculiza deliberadamente las tres industrias principales de la isla: la pesca, el turismo y la explotación de petróleo y gas. “No tenemos buenas relaciones, ellos están adoptando un enfoque de guerra económica. Esto ha creado tensión entre las Falkland y la Argentina. El desarrollo económico podría mejorarse si nos lleváramos mejor. Mientras la intención clara y declarada de los argentinos es recuperar las Falkland, ya sea que nos guste o no, no podemos cooperar de una manera mejor”, dijo el funcionario.

El prestigioso diario, por su parte, señaló que el desarrollo económico de los territorios británicos en el extranjero está siendo retrasado “por las políticas argentinas que apuntan a forzar a las islas a aceptar los reclamos de soberanía argentina”. Y señala que las islas tienen una población de alrededor de 3.000 personas y un ingreso anual de 75 millones de libras esterlinas. Pero que el gobierno de las islas considera que la prosperidad de sus habitantes está siendo “deliberadamente impedida por la Argentina”.

viernes, 5 de junio de 2009

Entra eléctrico

Hacía mucho que no escuchaba este tema. En una época era de mis preferidos y no sé por qué lo tenía borrado de mi vida. Gracias a mi querido amigo que hizo que lo recordara.

"...Veo que no has cambiado mucho, me da gusto poder verte otra vez tan cerca. Cuentame de tus cosas, sé que has viajado un poco, pero no sé a dónde.

Yo estoy bastante vivo, tengo algunas canciones que quiero mostrarte, nada más. Mira que sucio está el piano, ya me conocés demasiado bien para extrañarte...Oye, ya casi es madrugada, dejame invitarte a pasar la noche y mañana si quieres puedes irte otra vez".

SNM

domingo, 24 de mayo de 2009

Solamente muero los domingos

Los domingos a la tarde-noche deben ser tristes en cualquier parte del mundo, estoy prácticamente segura de eso, creo que por eso disfrutaba enormemente cuando trabajaba esos días. No sé por qué se te vienen todos los fantasmas encima (y no son Gasparín presisamente). Los domingos se potencia todo: si estás triste, te ponés más triste; si extrañás a alguien durante la semana, el domingo querés saltar desde el noveno piso a lo Charly García, pero sin pileta abajo; si estás enojada con alguien a quien querés, la culpa te dibuja una mueca espantosa donde tranquilamente podría haber una sonrisa.
Y claro, si estás felizmente enamorada (lo de feliz implica estar con esa persona, claro está) la pasás genial. Por supuesto que este último no es mi caso. Así que a mí me da por patalear, ver películas malísimas y prenderle una vela a San Ex pedito para que haga de manera urgente que los domingos desaparezcan del almanaque.
En fin, bloody, sunday bloody ¡Y los lunes ya me siento bien!

martes, 19 de mayo de 2009

¿Cómo romper el microondas de tu madre? (en dos pasos)

1-Compra cera para depilar, verde, si es posible y en bote de plástico.
2-Poné el producto en el microondas, preferentemente un sábado por la noche y anda a bañarte.
Cuando salgás abrí la puertita y voila, una laguna verde en la que podría vivir el monstruo de la laguna Ness.

jueves, 14 de mayo de 2009

Chau Cuca


Estaba perdido desde ayer el bicho. Mi vieja había hecho carteles y demás. Anoche vino una chica a decirnos que la Cuca estaba en el séptimo piso, que ella le había dicho al portero (ese infeliz que no me cae bien desde se robó mi escritorio porque "no sabía de quién era") y que el tipo la dejó ahí.
Se imaginarán que ese perro muy lejos no podía ir, con ese tamaño que tiene y encima, con su patita renga. Hoy el novio de mi vieja se avivó y se fijaron en el hueco del ascensor. Ahí estaba, muerta, de más está decir. Y me puso triste. Ya me había encariñado con ella, me caía bien. Y desde que yo la tiré al piso (casi la mato sin querer), el animalito me seguía a todas partes. Me parecía fea; pero también tierna, molesta con los demás y divertida, así que ya nos teníamos simpatía. Además, ¡el fin de semana descubrimos con un amigo que a la Cuca le gustaba la cerveza!
Otro amigo me dijo cuando le conté que se murió la perrita, que le había causado gracia la escena del animal cayéndose por el hueco ese. A mí no. Me gustó tenerla como mascota este tiempo al bati perro y me empinga que pasen estas cosas, pero así es la vida. He dicho.

jueves, 7 de mayo de 2009

Mi lado cursi

Últimamente disfrutaba eso de apoyar la cabeza en el pecho de él. Le gustaba apoyar la oreja derecha del lado izquierdo, que no es lo mismo que apoyar el oído izquierdo en el lado derecho. El tictac-tictac tenía un no sé qué que la tranquilizaba. Sabía que era una cursilería prestarle atención al ruidito ese, pero le gustaba dormir sintiéndolo tan vivo.

martes, 5 de mayo de 2009

No me dejes (Ne me quitte pas)

Mi amigo Benchi dice que Brel se parece a un burro, probablemente al de Shrek. Chukulo Helpame seguramente hará la cargada correspondiente porque puse una canción en francés, pero me encanta el tema. Me hace acordar a uno de los domingos más lindos que tuve en mucho años.



No me dejes
Hay que olvidar
Todo se puede olvidar
Lo que ya se fue
Olvidar el tiempo
De los malos entendidos
Y el tiempo perdido
Para aclararlos
Olvidar esas horas
Que mataban a veces
A golpes de porqués
al corazón de la felicidad.
No me dejes,
no me dejes,
no me dejes,
no me dejes
Yo te ofreceré
perlas de lluvia
venidas de países
donde no llueve.
Yo escarbaré la tierra
Hasta después de mi muerte
Para cubrir tu cuerpo
De oro y de luz
Yo haré un reino
Donde el amor será rey
Donde el amor será ley
Donde tu serás reina.
No me dejes,
no me dejes,
no me dejes,
no me dejes
no me dejes
Yo te inventaré
Palabras locas
Que tu comprenderás
Yo te hablaré
De esos amantes
Que han visto por dos veces
Arder sus corazones.
Yo te contaré
La historia de un rey
Que murió por no haber
Podido encontrarte.
No me dejes,
no me dejes,
no me dejes,
no me dejes
Se ha visto a menudo
Resurgir el fuego
Del antiguo volcán
Que se creía demasiado viejo.
Existen tierras quemadas
Que dan más trigo
que un mejor abril
Y cuando viene la noche
para que un cielo arda
El rojo y el negro
¿Acaso no se unen?
No me dejes,
no me dejes,
no me dejes,
no me dejes
no me dejes
No voy a llorar
No voy a hablar
Yo me ocultaré
Para mirarte
bailar y sonreír
Y escucharte
cantar y después reír
Déjame volverme
La sombra de tu sombra
La sombra de tu mano
La sombra de tu perro
No me dejes,
no me dejes,
no me dejes,
no me dejes.


Robado de http://latorredehercules.blogia.com/2004/112804-ne-me-quitte-pas.-no-me-dejes-por-favor.php

jueves, 30 de abril de 2009

La mala palabra (para la señorita)

"Agüelo", escuchó. La palabra le dibujó una sonrisita maliciosa y le vino a la cabeza el tercer grado. ¡Qué bruja la señorita Estela!, daba miedo a veces. Y pensar que si ahora escuchase un “¡agüelo!” quizás se acordaría de ella. Porque, para que sepan, la palabra sí existe, o existía hace tiempo.
El asunto es que sí es o era una palabra, porque figuraba en el diccionario que es algo así como la constitución del idioma.
En el tercer grado de ese colegio de monjas, una de las tareas para la casa consistía en la búsqueda de palabras con sonidos difíciles (con “br”, “gr”, “gue”, “gui” y, obvio, con “güe”). Un día le pidieron cinco palabras con “güe.”. Justo cuando la alumna comenzaba a desesperarse, la tía María Luisa le sopló por lo bajo: “agüelo”. La nena puso cara de “la señorita me va a mandar al carajo”. La tía entendió y, antes de un pío, le alcanzó un mataburros encanecido y le señaló la palabra.
Sí, agüelo existía con todas las formalidades. Felicidad. La tía era una ídola. Ya estaba concluida la fuckin' tarea para la casa.
Al día siguiente, cuando la señorita pidió los cuadernos, la chiquita se acercó con su guardapolvo celeste, almidonado y descompuesto y dejó, orgullosa, el Rivadavia de tapas duras y azules.
Por fin le devolvieron la tarea, pero cuando lo abrió se encontró con un miserable “MB”. La palabra “agüelo” estaba tachada y arriba decía “ABUELO” (la lapicera frenó antes de que escribiera “¡bestia!”). Qué desilusión. Si no estaba mal lo de agüelo. Esa era una cruz roja sobre su orgullo.
Durante esa tarde, la señorita Estela (gran confiscadora de juguitos Cootam y de chicles) pidió a sus alumnos que por segunda vez hicieran la tarea de buscar palabras con “güe”.
La enana llegó a la casa de su papá con las cejas hundidas hacia abajo por la bronca. Su padre le preguntó qué le había pasado y ella estiró el cuaderno. “¡Cómo serás de burra!”, dijo el progenitor, “es abuelo, no agüelo”.
Ahí fue cuando, en plena batalla, la criatura desafió: “a ver, veamos en el diccionario”; mientras, rogaba que la palabra también estuviera en el diccionario de su viejo.
Por suerte la palabra de la discordia sí estaba, así que, por segunda vez, la puso en su tarea y además le contó a su maestra que la palabra figuraba en dos diccionarios, mas ésta no le creyó. Otra cruz sobre el orgullo.
La jornada escolar que siguió le trajo una sorpresa a la mocosa (término despectivo que los adultos usan para nombrar a las criaturitas insoportables). La silueta de un hombre conocido se dibujó detrás del vidrio de la puerta. Era la de su viejo que, como un héroe, interrumpió la tortura y le mostró a la señorita el cuaderno de tareas con un recorte de fotocopia pegado, en la que figuraba la palabra agüelo con su definición; y para ahuyentar toda duda, llevó el diccionario también.
Claro que la estudiante no escuchaba la conversación, pero cuando terminó la clase la maestra la llamó a su escritorio y le pidió disculpas por no creerle.
Con las disculpas aceptadas, la alumnita se fue con su palabra de diccionario y de pequeño triunfo, aunque siempre prefirió decir “abuelo”. (Agüelito dime tú).


(*Nota: la palabra “agüelo” no figura en la edición online de la Rae, pero sí en algún diccionario de quién sabe dónde, lo juro).

martes, 21 de abril de 2009

Tareas por encargo del ¿señorito?

Resulta que a Diego lo clavaron con tarea para la casa y él se encargó de pasarle la bola a otras personas vagas como él. Los deberes consisten en escribir 15 cosas que me gusten...acá van.

1 Amaba cuando mi vieja me llevaba el café con leche a la cama, qué sensación linda esa. Y la de comer con mis tías y primas los domingos, en Tafí Viejo.
2 Levantarme, prender la computadora y escuchar algo alegre, como para juntar fuerzas para salir a la calle/caminar mientras escucho música
3 Verlos a mis hermanitos, son unas de las mejores cosas que tengo en mi vida, a pesar de que no los veo seguido.
4 Colgarme con el bandoneón...hago mucho ruido, pero me sirve cuando estoy triste. Y ahora que lo pienso, también cuando estoy contenta o enojada.
5 Salir a tomar una cervecita con amigos (lo mío es más sutil, Diego)
6 Leer
7 Dormir hasta tarde los sábados cuando hace frío.
8 Ponerme bajo los primeros rayos calentitos del sol, esos que aparecen en agosto -aunque con este tiempo, jeje, no vamos a hablar del clima ¿no?
9 Dormirme en el pecho de EL -aunque debe ser incómodo, no para mí, claro.
10 Caminar bajo la llovizna de invierno a la mañana, mientras fumo un pucho. Y bajo las tormentas de verano, mientras chapoteo.
11 Reencontrarme con viejos amigos y darme cuenta al hablar de que nos seguimos entendiendo igual que antes.
12 Escribir.
12 Viajar.
14 Salir a caminar cuando los días están lindo y no hace ni mucho calor ni mucho frío, cuando es de noche.
15 Estar tirada mirando los Simpsons (esta te la copié)


Paso la tarea a:

Carlos
Silvia
Bruno
Hugo

Corto Maltés
Fifí

viernes, 17 de abril de 2009

Del rídiculo no se vuelve (la Mariana que se cae)

Tenía unos 18 años, recién salía del secundario y estaba descubriendo lo que era vivir sola. Ni bien me mudé al departamento me encontré con que no tenía enchufes suficientes para conectar todo el cablerío de mi computadora, por lo que no iba a tener música -eso me saca, siempre-. Por esa época chateaba yo con un sujeto simpático, con el que sólo había hablado por teléfono...y al que, sin saber, había visto una noche afuera de un bar (looser lo mío, lo del Mirc, lo acepto. Más looser lo que viene).
Recuerdo que era sábado cuando me di cuenta de que no iba a tener música. Justo el tipito con el que chateaba llamó a la casa de mi vieja y le comenté mi problema. Le dije que saldría esa tarde a comprar una zapatilla para enchufar todo y él, muy seguro, me dijo que no encontraría nada abierto. Yo, contrera, le dije que sí. Por las dudas, el muchacho se ofreció, me dijo que en caso de no encontrar fuera a Mc Donalds, que él estaría ahí con sus hijitos y que él podría prestarme una.
Efectivamente, el tipo tenía razón. Me tragué mi orgullo y fui a verlo a Ronald. Subí las escaleras hasta el piso del pelotero y ahí estaba él, leyendo La Nación, muy serio, con un buzo negro medio arremangado.
"Nooo, es el del bar, él, al que me quedé mirando", pensé. Me senté en la mesa de atrás hasta que me animé a llamarlo. Sus chiquitos andaban correateando por ahí, angelitos. El asunto es que nos saludamos, hablamos un ratito y partimos a buscar la dichosa zapatilla. Yo iba medio nerviosa, porque él me gustaba. Caminamos por la peatonal Muñecas, sus hijitos venían jugando, miroteando por todas partes y nosotros íbamos charlando. En un momento, el mayor de sus niños empezó a insistir para que viéramos un perro al que no sé qué le pasaba. El padre no dio ni pelota y yo, muy paloma, me di vuelta para ver el fuckin' perrolito. Justo en eso, metí la pata en una canaleta a la que le faltaba la reja y me maté. Desaparecí en el hueco y en el rojo de mis mejillas. Hasta mis pecas quedaron sepultadas bajo la vergüenza del momento. Me quería morir.
-¿Estás bien?
-Sí, sí, todo bien, fue un golpe, nada más. Está blandito el piso.
Lo único que quería era que el instante se acabara pronto. La muñeca me dolía, pero más el orgullo. Pensaba que el pierna nunca me iba a dar bola. Pensaba que empezar algo con una situación así de incómoda y ridícula no podía terminar en nada.
Finalmente llegamos a su departamento. No quise subir, quedé abajo sobándome la muñeca que me dolía, aunque no lo dijera...y la vergüenza, eso era lo más terrible.
Al final el tipo bajó con la zapatilla, con la que todavía enchufo las cosas en mi casa. Lo saludé, le dije gracias y me fui a escuchar música, creyendo que no lo vería más. Esa noche descubrí que del rídiculo no se vuelve y pasé a ser para él y para sus hijos "la Mariana que se cae".

jueves, 16 de abril de 2009

"Mesinyer"

Un diálogo entre amigas, acerca de los tests malísimos del Facebook

Paranoica dice:
*dice el feisbuc que mi problema psicológico es la paranoia
*:-O
Adicta dice:
*jajajajajajaja
*a mi me dijo q soy una adicta
Paranoica dice:
*ajajaja
Adicta dice:
*q culiao q el fb nos saque fichas boluda
* bastante patetico

Paranoica dice:
*ya deben tener una base de datos bastante interesante
*si hacen un arca de noe al pie del apocalipsis...seguro que quedamos afuera
Adicta dice:
*ah bueno, no por nada te dice paranoica el faceball...
*:P

Paranoica dice:
*ohhh,claro
*si seguro que no tienen todos nuestros datos

miércoles, 15 de abril de 2009

Alitas de pollo (no tengo título)



Pajarito que se estrella en el paragolpes de la gente. Pichón marrón, un poco azul y de pechito rojo. Alitas rotas que se curan lento; que se quiebran rápido. Cabecita tonta.
Vuelo bajo, al ras del barro, del polvo y del pasto. Ojitos ciegos no ven lejos; pero miran atentos. Plumitas asustadas, erizadas, con ganas de hacer nido y de no salir más.
Pico inquieto que casi casi tiene pánico de hablar con los hombres para que no se note que de vez en cuando suele volar y también llorar.
Lomo lastimado por zarpa de gato. Pata de gato tiene un picotazo.
Trino triste, vuelo en caída melancólica ¡Plumífero desconfiado!, no come por miedo a que sea raid: así matan palomas. Ave ilusa, si ve amor hace pirueta en el aire y un rulo se vuelve sonrisa. También malo, a veces pasa por la plaza, ve un traje, vuela encima, apunta, tira y ¡plop! : traje decorado -es para su buena suerte-. Se rie. Chapoteo alegre en la lluvia cuando encuentra quien le cuente cuentos que sean verdad.
Aleteos frustrados que no sirven ni para viento. Alas con cicatriaces por edad de crecimiento. Tener las alas más grandes duele un poquito. Paragolpes duros, pero sólo son magullones. Plumas de muchos amigos, algunos buenos. Plumereando la soledad hasta sacarle brillo y verse a sí. Pajarito poco coherente, sin cohesión ni corrección ni estilo, así es en libertad.

domingo, 12 de abril de 2009

El Abasto desde un costado (por alguien que no fue zorra, pero que está domesticada)

En la Llave había unas 30 personas desperramadas entre las fotos de Bolivia. Mis amigos se avivaron antes y se fueron a José Cuervo. Yo me quedé conversando con un amigo -y cómo me lamenté-, al que en un momento le dio la 220 y me dejó hablando sola, se perdió en el vacío (en serio). Tipo 3.30 enfilé con mi vaso de medio litro lleno de birra para los bares y boliches del Abasto. Llegué a una esquina, ahí donde está La Rosa -ese que tiene una pantalla gigante afuera que te muestra imágenes de la Mona en algún recital en vivo-. Justo ahí está el puestito de doña Aída, que todavía putea cuando se acuerda del crimen de la Lebbos. "cómo se vendía antes de eso", repite mientras algún bajonero se le acerca para comprar un chori EN PAN SANGUCHERO.
Al rato empiezan a circular los ratis del Comando Radioeléctrico y una se pregunta si en serio hace falta gente armada para desalojar un boliche, todos los fines de semana, siempre igual.
La esquina está cómoda porque hay unos escalones para sentarse, la cana, muy encargada de vaciar locales, ni se fija si estás es una esquina tomando un porrón mientras te terminás el sanguchan. Es más importante ser la patrulla antidiversión.
Se los ve apurados y le meten bocina a lo loco, cosa que los tacheros levanten a los chicos rápido y se los lleven a algún after del sábado en quién sabe dónde-porque, me acabo de dar cuenta, la cara de uno ya no es de las más chicas en el lugar-. Y el asunto es así: ya me vuelvo a la casa a las 4. Me han domesticado contra todos los pronósticos y creo que hasta mi madre esta desilusionada de tan poca batalla que di. Pero qué se le va a hacer, dicen qu el tiempo pasa y una se va poniendo tecno. Me voy a buscar mi juventud, divino tesoro, en algún recuerdo de La Zona o del Aleph, que para el Abasto ya estoy grande.

"A lo chori"

En determinado horario, la diferencia esencial entre estar en Santiago del Estero y estar en Tucumán es la existencia del pan sanguchero. Los choripanes y las milanesas no son iguales en pan-bobaloo santiagueño, ni aunque estés de muy bajón.

jueves, 26 de marzo de 2009

El cactus, el perro y el árbol

Cuando fui de vacaciones este año a Tilcara estábamos en la plaza principal con un gran amigo y vimos a un señor que vendía unos cactus muy bonitos. El asunto es que la planta viajó desde Catamarca hasta Tilcara; después se vino a Tucumán con mi amigo y conmigo y terminó cerca del parque 9 de Julio.
Cuando llegamos acá quedamos en que yo cuidaría de Pedrito, el cactus. Y el asunto es que el cactus se murió. Comenzó a ponerse oscuro, feo y triste. Me parece que ya no le queda un gramo de vida adentro al pobre, que no llegó ni a ser té.
La muerte de este ser verde me hizo pensar en que quizás tuve suerte en mi vida. Hay que ser muy bestia para no poder cuidar un cactus, que en teoría no requiere ni agua, ni amor, ni nada. Ahora pienso en que las mascotas que tuve sobrevivieron gracias a los cuidados de mi mamá y a pesar de mí presencia. Y lo que es peor, voy a tener que abandonar el proyecto de tener un perro, plantar un árbol y demás. Al cabo que ni quería.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Carta a Vicky (Walsh)

Carta a Vicky
Querida Vicky. La noticia de tu muerte me llegó hoy a las tres de la tarde. Estábamos en reunión cuando empezaron a transmitir el comunicado. Escuché tu nombre, mal pronunciado, y tardé un segundo en asimilarlo. Maquinalmente empecé a santiguarme como cuando era chico. No terminé con ese gesto. El mundo estuvo parado ese segundo. Después les dije a Mariana y Pablo: “era mi hija”. Suspendí la reunión.
Estoy aturdido. Muchas veces lo temía. Pensaba que era excesiva suerte no ser golpeado, cuando tantos otros son golpeados. Sí, tuve miedo por vos, como vos por mí, aunque no lo decíamos. Ahora el miedo es aflicción. Sé muy bien por qué cosas has vivido, combatido. Estoy orgulloso de esas cosas. Me quisiste, te quise. El día que te mataron cumpliste 26 años. Los últimos fueron muy duros para vos. Me gustaría verte sonreír una vez más.
No podré despedirme, vos sabés por qué. Nosotros morimos perseguidos, en la oscuridad. El verdadero cementerio es la memoria. Ahí te guardo, te acuno, te celebro y quizás te envidio, querida mía.
Hablé con tu mamá. Está orgullosa en su dolor, segura de haber entendido tu corta, dura, maravillosa vida.
Anoche tuve una pesadilla torrencial, en la que había una columna de juego, poderosa pero contenida en sus límites, que brotaba de alguna profundidad. Hoy en el tren un hombre me decía: “Sufro mucho. Quisiera acostarme a dormir y despertarme dentro de un año”. Hablaba por él pero también por mí.





Carta a mis amigos


Hoy se cumplen tres meses de la muerte de mi hija, María Victoria, después de un combate con fuerzas del Ejército. Sé que aquéllos que la conocieron la han llorado. Otros, que han sido mis amigos o me han conocido de lejos, hubieran querido hacerme llegar una voz de consuelo. Me dirijo a ellos para agradecerles pero también para explicarles cómo murió Vicki y por qué murió.
El comunicado del Ejército que publicaron los diarios no difiere demasiado, en esta oportunidad, de los hechos. Efectivamente, Vicki era oficial 2° de la Organización Montoneros, responsable de la prensa sindical, y su nombre de guerra era Hilda. Efectivamente estaba reunida ese día con cuatro miembros de la Secretaría Política que combatieron y murieron como ella.
La forma en que ingresó a Montoneros no la conozco en detalle. A los 22 años, edad de su posible ingreso, se distinguía por decisiones firmes y claras. Por esa época comenzó a trabajar en diario "La Opinión" y en un tiempo muy breve se convirtió en periodista. El periodismo en sí no le interesaba. Sus compañeros la eligieron delegada sindical. Como tal debió enfrentar en un conflicto difícil al director del diario, Jacobo Timerman, a quien despreciaba profundamente. El conflicto se perdió y cuando Timerman empezó a denunciar como guerrilleros a sus propios periodistas, ella pidió licencia y no volvió más.
Fue a militar a una villa miseria. Era su primer contacto con la pobreza extrema en cuyo nombre combatía. Salió de esa experiencia convertida a un ascetismo que impresionaba. Su marido, Emiliano Costa, fue detenido a principios de 1975 y no lo vio más. La hija de ambos nació poco después. El último año de vida de mi hija fue muy duro. El sentido del deber la llevó a relegar toda satisfacción individual, a empeñarse mucho más allá de sus fuerzas físicas. Como tantos muchachos que repentinamente se volvieron adultos, anduvo a los saltos, huyendo de casa en casa. No se quejaba, sólo su sonrisa se volvía más desvaída. En las últimas semanas varios de sus compañeros fueron muertos: no pudo detenerse a llorarIos. La embargaba una terrible urgencia por crear medios de comunicación en el frente sindical, que era su responsabilidad.
Nos veíamos una vez por semana, cada quince días. Eran entrevistas cortas, caminando por la calle, quizá diez minutos en el banco de una plaza. Hacíamos planes para vivir juntos, para tener una casa donde hablar, recordar, estar juntos en silencio. Presentíamos, sin embargo, que eso no iba a ocurrir, que uno de esos fugaces encuentros iba a ser el último, y nos despedíamos simulando valor, consolándonos de la anticipada pérdida.
Mi hija no estaba dispuesta a entregarse con vida. Era una decisión madurada, razonada. Conocía, por infinidad de testimonios, el trato que dispensan los militares y marinos a quienes tienen la desgracia de caer prisioneros: el despellejamiento en vida, la mutilación de miembros, la tortura sin límite en el tiempo ni en el método, que procura al mismo tiempo la degradación moral, la delación. Sabía perfectamente que en una guerra de esas características, el pecado no era no hablar, sino caer. Llevaba siempre encima una pastilla de cianuro, la misma con que se mató nuestro amigo Paco Urondo, con la que tantos otros han obtenido una última victoria sobre la barbarie.
El 28 de setiembre, cuando entró en la casa de la calle Corro, cumplía 26 años. Llevaba en brazos a su hija porque a último momento no encontró con quién dejarla. Se acostó con ella, en camisón. Usaba unos absurdos camisones blancos que siempre le quedaban grandes.
A las siete del 29 la despertaron los altavoces del Ejército, los primeros tiros. Siguiendo el plan de defensa acordado, subió a la terraza con el secretario político, Molina, mientras Coronel, Salame y Beltrán respondían al fuego desde la planta baja.He visto la escena con sus ojos: la terraza sobre las casas bajas, el cielo amanecido, y el cerco. El cerco de 150 hombres, los FAP emplazados, el tanque. Me ha llegado el testimonio de uno de esos hombres, un conscripto."El combate duró más de una hora y media. Un hombre y una muchacha tiraban desde arriba. Nos llamó la atención la muchacha porque cada vez que tiraba una ráfaga y nosotros nos zambullíamos, ella se reía."He tratado de entender esa risa. La metralleta era una Halcón y mi hija nunca había tirado con ella, aunque conociera su manejo por las clases de instrucción.
Las cosas nuevas, sorprendentes, siempre la hicieron reír. Sin duda era nuevo y sorprendente para ella que ante una simple pulsación del dedo brotara una ráfaga y que ante esa ráfaga 150 hombres se zambulleran sobre los adoquines, empezando por el coronel Roualdes, jefe del operativo.A los camiones y el tanque se sumó un helicóptero que giraba alrededor de la terraza, contenido por el fuego.
"De pronto, dice el soldado, hubo un silencio. La muchacha dejó la metralleta, se asomó de pie sobre el parapeto y abrió los brazos. Dejamos de tirar sin que nadie lo ordenara y pudimos verla bien. Era flaquita, tenía el pelo corto y estaba en camisón. Empezó a hablamos en voz alta pero muy tranquila. No recuerdo todo lo que dijo.'Ustedes no nos matan' dijo el hombre 'nosotros elegimos morir'. Entonces se llevaron una pistola a la sien y se mataron enfrente de todos nosotros."Abajo ya no había resistencia. El coronel abrió la puerta y tiró dos granadas. Después entraron los oficiales. Encontraron a una nena de algo más de un año, sentadita en una cama, y cinco cadáveres.
En el tiempo transcurrido he reflexionado sobre esa muerte. Me he preguntado si mi hija, si todos los que mueren como ella, tenían otro camino. La respuesta brota de lo más profundo de mi corazón y quiero que mis amigos la conozcan. Vicki pudo elegir otros caminos que eran distintos sin ser deshonrosos, pero el que eligió era el más justo, el más generoso, el más razonado. Su lúcida muerte es una síntesis de su corta, hermosa vida. No vivió para ella: vivió para otros, y esos otros son millones.Su muerte sí, su muerte fue gloriosamente suya, y en ese orgullo me afirmo y soy yo quien renace de ella.
Esto es lo que quería decir a mis amigos y lo que desearía de ellos es que lo transmitieran a otros por los medios que su bondad les dicte.


miércoles, 18 de marzo de 2009

HOY: no hay función


Hace algunos días que me resulta imposible esquivarle a un momentito de tristeza al ver el cine cerrado, detenido en el tiempo, cuando paso por la Monteagudo para ir al trabajo. Era el último cine que quedaba en pie en el centro (los porno, que siguen vivitos y coleando, merecen un post aparte, en este no juegan). El Atlas, no sé por qué, era el que más me gustaba de los que yo conocí - entre él, el Candilejas y el Majestic.
Me acuerdo de la emoción que me agarraba cuando desde Tafí Viejo me llevaban a ver algún estreno. Muchas veces había que hacer fila, como la vez que con el coro de la iglesia cargamos una tonelada de pochoclos y con una madre voluntariosa y nuestra directora nos fuimos a ver el Rey León; aunque ese día esperamos a que terminara la primera función para poder entrar, valió la pena: terminamos todos parados, con el cine lleno de aplausos para la gran pantalla. O cuando el viejo me llevó a ver "Pie Pequeño", que fue la primera vez que lloré con una película.
Después, cuando vine a vivir a la "ciudad", aprendí a disfrutar de ir sola al cine. Eso de entrar a una sala, ver el contorno de las butacas de madera ,en su mayoría vacías, y los focos rojos cerca del piso que casi ni alumbraban y elegir un lugar en el centro del salón me encantaba.
Qué decir de las citas con alguien en alguno de esos cines. Cuántos habrán chapado por primera vez en una de esas butacas que ahora son tildadas por casi todos como demasiado incómodas. Y es cierto, no eran sillones de lujo, pero tampoco estaban tan mal, al menos para apretar un poco (¿entre las plazas híper iluminadas y el cierre de los cines, pa' dónde va el amor?).
Aunque me digan que los cines de Yerba Buena o del Libertad son mejores, a mí me gustaban esos que cerraron. No sólo porque me quedaban cerca, sino porque tengo muchos recuerdos desparramados en esas salitas chicas, que resistieron un poco al paso del tiempo.
Ahora se viene el otoño, los días lluviosos y fríos. Pienso que disfrutaba ,especialmente con el tiempo gris, de una buena película y de tres paquetitos de praline caliente.
De todas formas no es que la gente no consuma el séptimo arte. Los vendedores de películas truchas, con el último estreno mal grabado, seguro que van a estar en la peatonal. Y seguro que les voy a comprar alguna, porque así de bruta soy. Pero no es lo mismo. En mi casa no tengo las butacas, ni los pisos de madera que crujen, ni una pantalla enorme y vieja en la pared. Ni una boletería, ni el praliné, ni un lugar incómo para apretar. Ni ciertos recuerdos que también se van cerrando...

lunes, 2 de marzo de 2009

Fuira bicho


-¿Es un gato?
-Noooo
-¿Es un murciélago?
-Nooooo
-¿Es un gremblin?
-Nooooooo ¡Es el nuevo batiperro de mi madre! (Y no, no crece más)

viernes, 16 de enero de 2009

Una porrera rehabilitada dice que la María causa paranoia‏

Luego de recibir amenazas en su celular la joven porrera dejó el hábito de fumarse un fasito de vez en cuando. La paranoia que le generó un mensaje de texto que rezaba "Hola drogadicta, te voy a denunciar", le hizo tirar 10 finos por el inodoro. Miedo a la cárcel. "Si es que vuelvo, sólo volveré a fumar en febrero, cuando la depenalicen. Ahota voy a andar limpia", dijo.

En la madrugada del viernes, M. (por razones de seguridad no se publica el nombre), recibió extraños llamados a su celular, de números desconocidos para ella. Debido a que estaba extenuada por una larga jornada laboral y porque ese día había hecho ejercicio, no llegó a atender. Cuando llamó al número que quedó registrado, minutos después de las llamadas, no había nadie que contestara.
Aproximadamente a las 9 de la mañana recibió un mensaje de texto en el que la amenazaban con denunciarla ante la policía debido a una supuesta dependencia hacia las drogas. Al leer el mensaje trató de comunicarse al número, mas el celular desde el que habían enviado el texto estaba apagado. "Me puse loca, tiré todos los lillos que tenía, le revisé las cosas a mi compañera de departamento para asegurarme que no quedara más maconhia en la casa e hice volar todo por las cañerías", sostuvo la joven, que aún estaba consternada.
" También hice que un amigo entendido en el tema de las drogas me llamara para asesorarme. No sabía qué hacer, no quiero fumar nunca más. Tengo miedo de la policía, de que me hayan intervenido la línea -de teléfono-", aseguró la joven que se movía, paranoica, fichando si algún cana la venía a detener.
"Yo pensaba que le había pasado algo a un amigo, que el jueves por la noche había ido a comprar yerba. Tenía miedo, pero por suerte, cuando lo llamé después de recibir ese mensaje, su mamá me dijo que él estaba durmiendo y que no lo podía despertar. Fue un alivio saber que él estaba bien", relató.
" Tengo un bajón increíble, no de hambre, sino de miedo. Es una pena que uno ande escondiéndose así, como un criminal. Ojalá esto se terminé pronto", reflexionó, con la voz que le salía entrecortada. "Ahora voy a ver qué pasa, espero que sólo haya sido una broma de muy mal gusto de algún imbécil que anda suelto", finalizó espectante.

jueves, 15 de enero de 2009

Caisén y vaisén

Definitivamente los hombres no aprenden algunas cosas. Estaban abrazados y le disparó al riñón sin sutilezas: "¿Qué estás más gorda? No quiero que te pongás gorda". Se le clavaron las palabras en los flotadores, mientras él los amasaba haciendo notar que habían crecido. Tuvo ganas de decirle: "no, no es que esté más gorda, es que el mundo cada día está más chico", pero se quedó callada. Se sentía un hipopótamo en tutú, digno de Fantasía, pero con menos agilidad. Después quiso tocarle la panzota y ella esquivó "¿qué te pasa? -dijo con total impunidad-". "No, nada. Estoy tímida". No se animó a decirle que no había necesidad de decirle gorda. No se animó a decirle que ella tiene un espejo y se mira, que conoce su cuerpo y sabe cuando los porrones se le van a la retaguardia (¡las mujeres sabemos cuando engordamos, la crueldad, hombres, está de más! Entre nosotras nos podemos reír, pero no con ustedes ¿Ok?)
Sin embargo, ella sabe que desde que se fue su compañera de departamento no cocina y le da duro al pote familiar de Grido y se siente en el cielo, ya que no se va de vacaciones. Ahora se pregunta...¿Ellos no saben que esas cosas no se dicen?. ¿No tuvieron madres, hermanas, primas, hijas? Después de haber evolucionado tanto ¿no aprendieron que hay palabras prohibidas?.
No, no aprendieron y las dicen con total impunidad. ¡Sepan que esas cosas duelen! No pedimos que entiendan a las mujeres, que si el cocainomano de Freud no pudo...¡pero al menos sepan callarse! En fin, la chica se puso una remera bien ancha para disimular los salvavidas que, desde aquellas palabras, la hacen flotar más que a una ballena. Y sumó a las metas del año nuevo un punto más: *Cambiar el porrón por Coca Light...¡Con fernet!.