miércoles, 24 de diciembre de 2008

Meditaciones superficiales navideñas

Estaba pensando que la risa del fuckin' papá Noel cocacolero es "jo jo jo". Y la del niñito Dios ¿Còmo carajo es? ¿Acaso no se rìe el que reparte los regalitos de este lado subdesarrollado del mundo? Bueno, espero está noche escucharlo reir al niñito y no al viejo panzón que todos llevamos dentro, a ver si se me va lo grinch.
Feliz Navidad (Jijiji)

lunes, 15 de diciembre de 2008


Cucasona: se dice del insecto que, en apariencia, luce como un ser humano, pero adentro, no es más que una cucaracha.

Persoracha:(Del lat. persōna, máscara de actor, personaje teatral, este del etrusco phersu, y este del gr. πρόσωπον)(De cuca, oruga de mariposa). Se dice de la persona que, en apariencia, luce más bien como un insecto. Pero que tiene un interior muy humano, relleno de juguito.

viernes, 12 de diciembre de 2008

Una vez que el perro...


Ojalá que los de Edet y los de la SAT sean tan buenitos también.
Que sea más caro el servimoto que la cuenta.

Y no. No es que no me bañe. No es que no cocine. No sé qué les pasó. ¡Pero quiero que les siga pasando!

miércoles, 10 de diciembre de 2008

25 años y vamos por más (la cuidemos)























Acá copié algunas frases que nuestros políticos dijeron en estos 25 años de democracia. A pesar de todo ¡feliz cuarto de siglo! (haga su aporte).


"Con la democracia se come, se educa y se cura", Alfonsín.

"La casa está en orden", 1987, Alfonsín.

"Se eliminarán completamente las escuelas primarias...precarias" Menem dixit.

"Me pongo al frente de la Corrupción", Mendéz again.
"Nada de lo que deba ser estatal permanecerá en manos del Estado", Roberto Dromi.

“Consolidamos los acontecimientos de 1955. Estuvimos repitiendo esa misma historia al poco tiempo, tumbando al gobierno del doctor Alfonsín”, Menem.

“Quitarle los medios, los miedos, a la gente” Cavallo, 2001.

"Tenemos que dejar de robar por lo menos por dos años en este país", de Luis Barrionuevo.

Mi hijo Guillermo no tiene nada que ver con el asesinato de María Soledad Morales. Si él hubiera matado a esta pobre criatura, que en paz descanse, yo le juro que ese cadáver no aparece nunca más ”. Diputado Justicialista Angel Luque, al diario Clarín en 1991.
“Hacia 1997 la deuda externa comenzará a reducirse, y hacia fin de siglo será insignificante”.
Domingo Cavallo, 1993.
Siempre existirán pobres entre ustedes”. Fallido de Carlos Menem en el 93 también.
"-¿Qué tiene prioridad, la gente o la deuda externa?
-La deuda, perdón, la gente". (Rodriguez Saa contesta a un periodista)
"Trato de no mentirle a la gente.Trato de prometer lo que no sé si puedo cumplir", Avelino Porto.
"Hay que sacar ese decreto, para que lo inmoral y lo legal sean lo mismo", Adelina Dalesio de Viola.
La convertibilidad se mantendrá por los siglos de los siglos”. Carlos Menem (Amén).
Soy el hombre mejor preparado técnicamente en este país para matar a un político o un periodista”. Alfredo Astiz, en el 98.

"Los peronistas son más delincuentes que nosotros", Graciela Fernández Meijide refiriendose a la alianza UCR-Frepaso. 1998.

2001

"De La Rúa será el sarmiento del siglo 21". Domingo Cavallo.

La situación del país comienza a mejorar”. Fernando De la Rua, julio 2001.
“Voy a poner a la Argentina en orden y vamos a crear un millón de empleos”. Adolfo Rodríguez Saá, al asumir la presidencia.
La Argentina es un país condenado al éxito”. Eduardo Duhalde 02.
El que deposité dólares, recibirá dólares”. Eduardo Duhalde 02.

martes, 9 de diciembre de 2008

Mi poder adquisitivo, cuesta abajo


Dos pesos le di. En moneditas, rejunte del vuelto de la cocucha. En una bolsita puso 60 gomitas (3 por 10 centavos, creo). Les sobraba el espacio e iban bailando adentro. La podría haber llenado más con dos pesos. Eso se hubiese parecido un poco a la felicidad.
Me acuerdo cuando me levantaba y salía corriendo al quiosco de al lado con un billete maltrecho de 10 mil australes. Me daban un paquete enorme de gomitas, hecho de papel de almacenero y hasta alcanzaba para convidar. Con eso, me tiraba a la mañana, prendida de Cablín, en un televisor blanco y negro -y rojo, por fuera-. Y era feliz.
Después se puso mejor. El kiosquero de la vuelta nos daba un puñado de gomitas por diez centavos, sin contarlas, también envueltas en papel. Y te mandaba a que vos las contaras; si había menos de 10 gomitas, pedías el resto. Pero siempre había más. Y siempre uno compraba
más de diez centavos. Y nos hacía ejercitar las matemáticas -ya en desuso en mi vida-. Eso ya era el cielo.
Y ahora ¡tres miserables gomitas! Y la mitad son naranjas y perdieron color y están medio duras. Me siento estafada.
Ahora que vuelvo a viejas mañas que tenía de chica, me doy con que no puedo mantener el vicio. Y así estamos. Las gomitas, fieles retratos de la inflación. No hay piedad ni por el colorido. Se merecían un post.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Se vende el corazón, se rifa la ilusión

Entre. Pase. Vea. Y compre, compre, compre. Gran liquidación de fin de año, por cierre definitivo. Lleve la voluntad por unas monedas. Agregue dignidad por dos centavos de dolar. Alma y corazón con mediano uso, en buen estado, precio a convenir. Amores y memorias de comienzos de siglo con colores a la moda, a cambio de un olvido. Proyectos e ilusiones a estrenar, bien baratos. Conciencia restaurada a nueva: una verdadera ganga. Valores en desuso, artículos de colección para adornar la vitrina -lleve la honrradez y la moral de regalo-. Besos y abrazos, dos por uno. Dibujos de jardín y dientes de leche por un paquete de gomitas. Todo en oferta. El lote se va a la primera oferta razonable. No se aceptan devoluciones ni reclamos. Pago de contado, por favor.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Justo ahora se vienen a alinear los astros...


Según La Gaceta: "Hoy por la noche, poco antes de las 21 (hora de Tucumán), el cielo ofrecerá un espectáculo único. La Luna formará un triángulo luminoso con Venus y con Júpiter, un acontecimiento que sólo ocurre cada muchos años."Después de la puesta del Sol, los tres astros comenzarán a verse fácilmente en el cielo del Oeste. Hacia las 21.30, en pleno crepúsculo, la imagen del trío será verdaderamente espectacular", explica en un comunicado el Planetario de la Ciudad de Buenos Aires. Los astros estarán a unos 30° de altura sobre el horizonte. La Luna se ubicará a unos 3° de distancia (hacia la derecha) del dúo de planetas, que estarán separados uno de otro sólo 2°. Lamentablemente, de continuar las condiciones meteorológicas en la provincia, los tucumanos no podrán apreciar el fenómeno debido a la cobertura nubosa".
O sea...Ahora lo voy a tener que ver por premium. Mierda. En Tucumán no refresca ni aunque Thor martille el cielo, pero hoy tenía que estar nublado. Justo hoy se ponen de acuerdo los planetas y en Tucumán llueve. Quizá eso era lo que hacía falta. Otro espéctaculo natural que me pierdo. Si al cabo que ni quería. No importa. Tengo estrellitas flúo en mi techo. Encima, la luna y los otros dos puntos se me ríen. Qué tal.

viernes, 21 de noviembre de 2008

¿Y zi mejod los pateo a todoz?

Total, soy indocumentada desde hace 5 años, no existo en ninguna parte. Serían patadas anónimas.

¿Algún otro papelito, señor?

El ring ring de la alarma la despertó a las 6.30. El sueño, terco, no la dejó levantarse hasta las 7. El calefón no funcionaba, así que prendió un cigarrillo que había quedado a medias la noche anterior y se bañó con agua helada. Nesquik y galletitas de salvado con un poco de miel para el bajón, auriculares en la sien y a caminar hasta el banco.

Llegó antes de las 8 y ya había fila, pero poca. Esperó media hora a que abriera el banco y en eso se sintió traicionada. De lejos vio a esas chicas difíciles de esquivar, que reparten panfletos con ofertas de cosas inservibles; la muy pícara agarró a todos los que estaban formados como indios en la vereda, desperezándose aún, y les entregó a cada uno las ofertas del día escritas en papel barato. Sintió que le hicieron trampa y no le quedó más que decir gracias, aceptar el papelito, doblarlo y guardarlo en la mochila. Por suerte todavía no hacía calor.
A las 8.30 clavadas en el reloj se abrió la puerta del banco. La fila, que llegaba hasta la otra esquina, comenzó a avanzar y ella sintió un alivio porque ya le estaba bajando la presión de tanto estar parada quietita en el mismo lugar.
Cuando entró le dieron un numerito para que esperara otra vez, pero ahora sentada. Por fin vio en el avisador el número 198, 54 minutos después de entrar.

-Hola, buen día. Vengo a retirar mi tarjeta de débito

-Ajá, a ver, boleta de sueldo, fotocopia del DNI, boleta de servicio -dijo el grinch de camisa azul que la atendía con el café al lado.

-Sí, tengo sólo la tirilla porque mi documento está en trámite. Y tengo el acta de nacimiento y todo lo demás.

-Bueno ¿y trajiste el acta?

-Qué acta ¿la de nacimiento?

-El acta que te dan cuando sacás el DNI

- No, tengo la tirilla. No te dan nada más.

- Sí te dan. -Con cara de nada

-No, le juro que no; yo lo hice dos veces al trámite y te dan sólo la tirilla.

-Bueno, pero tenés que pedirla al acta cuando hacés el trámite.- Con cara de ogro

-Ajá ¿y dónde dice eso?

- No sé, no puedo hacer nada. Tiene que traer el acta para que le demos la tarjeta.- Con cara de orto.

- ¿Pero qué acta? Mire, esta es la cuarta vez que hago el intento de hacer el trámite. Usted sabe que cada vez que uno hace esta fila tiene que esperar al menos una hora. Y usted quiere que yo vaya al registro civil, me demore tres horas y vuelva. ¿Sabe qué? Deje, no más, voy a cobrar por cajero humano por el resto de lo que me quede de vida de empleada.
Y se levantó indignada, aunque resignada. La puerta estaba abierta, así que se quedó con las ganas del portazo. Cuando salía, los mandó a todos a que se hicieran untar con margarina, en voz casi alta. Pensó que sería mejor hacer el trámite con DNI en mano, pero en el Registro Civil nadie sabe dónde está, si es que está y cuándo va a llegar..."Mejor ir a Buenos Aires. Que te den el documento y de ahí los otros trámites: pasaporte, cédula federal, título universitario, tarjeta del banco, votaciones, cambio de domicilio, cédula federal". "Sí, mejor", pensó de muy mal humor.
Después fue a la Universidad, para hacer los papeleríos para que le pagaran lo que le deben. Venía evitando el asunto desde mayo, pero ya entran en vacaciones. Odia los trámites. Esos lugares lúgubres, mal iluminados siempre, llenos de papeles, cajas y empleados tristes o malhumorados la volvían una persona intratable. Prefería andar indocumentada y con la salud descubierta. Pero el sueldo...bueno, el vil metal mueve montañas.

-Hola, buen día; yo trabajo acá y vengo a hacer el trámite para poder cobrar.

-Bien ¿usted es docente?

-No, auxiliar de docente.

-Es lo mismo.

-No, pero no importa.

- Bien, usted tiene que traer fotocopia de la primera y segunda hoja del DNI, Fotocopia del título, 1 foto, un currículum, una constancia del régimen de aportes, constancia de la obra social, el papel del seguro obligatorio y la constancia del CUIL.

- ¿Algún otro papelito o eso sólo?
- No, eso nomás.
- ¿Y el currículum tengo que traerlo? Ya lo presenté arriba, en la facultad, con todos mis otros datos y otra ficha.
-Sí, nosotros también tenemos que tenerlo.

- Bien. Tengo casi todo salvo uno ¿Eso del seguro obligatorio qué es?

-Eso lo deben pagar en el otro trabajo que usted tiene. Tiene que averiguar ahí, pedir la constancia y traerla.

-¿Se puede a la tarde?

-Sí, pero más seguro el lunes por la mañana.

-¿Y después de cuánto tiempo puedo cobrar?

-No sé, depende.

-¿Depende de qué?

-De la fecha en la que salga la resolución.

- Pero yo estoy desde mayo, ¿no debería haber salido?

-No sé, la rectora decide. Y su apellido...no me parece haberlo visto. Averigüe arriba, en su facultad.

-Bien. Muchas gracias, ya voy a preguntar. Hasta luego, buen día. Voy a intentar venir antes de la una con todos los papeles.

Llamó a su oficina para ver si existía algo así como un seguro obligatorio. Le dijeron que sí y que ninguno había hecho el trámite. Que ya se lo estaban descontando del sueldo. Que tenía que ir al Ministerio, en la Casa de Gobierno, buscar el formulario, llenarlo, esperar a que lo firmen ahí, llevarlo luego a la Caja Popular de Ahorros, hacer que lo llenen y quedarse con un talonario como constancia.
En la oficina de Casa de Gobierno le dieron un formulario.
-Ahí tenés que poner tus datos y los de los beneficiarios.
-Ah ¿a ellos les pagan si yo me muero?

-Sí, tenés que poner el DNI de ellos y los nombres.
-Bien, al de mi mamá lo sé ¿Puedo poner a un amigo también?
-Sí.
Así que lo llamó al negro, le pidió el número de persona que es y lo escribió bien prolijito, porque si tiene tachones, ahí tenés otro papel, llenalo otra vez. Cuando terminó el formulario, le dijeron que no pusiera la fecha porque la encargada que tenía que firmar la hoja no estaba.
- ¿No sabés cuándo viene?
-No. En un rato. Pero por las dudas no pongas la fecha, porque el papel tiene que tener la misma fecha que el día que lo presentás.
-Bueno ¿puedo venir en un rato?
-Sí.
-Disculpá. Y para hacer el trámite para que me paguen por el título universitario ¿Qué tengo que hacer?
-Llená esto. Presentá una boleta de sueldo, el certificado de estudios, fotocopia de la tirilla y eso es todo ¿Tenés todos los papeles acá?
-Sí. Tengo fotocopias a rolete de todos los papeles y los cargo a todas partes por las dudas. Nunca se sabe cuándo una va a tener que hacer un trámite. Muchas gracias.
Hizo el otro trámite. Milagrosamente, tenía todos los papeles "¿Tengo que volver y hacer algo más?", preguntó asustada. "No, salvo que quieras saber si entró o no el pedido", le respondió la chica de los papeles. "No, está bien. Me voy a enterar cuando me paguen. Gracias, chau, suerte".
Se fue a hacer tiempo a un ciber. Imprimió el currículum para llevarlo a la facultad y caminó nuevamente en el sentido inverso, para regresar a buscar el papel anterior.
Entró en la oficina y la chica ya había conseguido que la vieja firmara el papel, así que ya podía ir a la Caja Popular.
Era el último trámite que le quedaba por hacer así que paró en el camino para comer un pancho, de esos a los que se les puede poner porquerías muy diversas, de distintos colores y sabores. Terminó y se fue a cumplir con lo que le faltaba. Entró, subió unas escaleras y le dijeron que no, que era en la escalera siguiente, al final. Fue, y le volvieron a decir lo mismo, que era en el otro edificio. Ya asustada y cansada de subir y bajar, se tiró un lance más. Llegó y le pidieron la fotocopia de la boleta y el papelito de la Casa de Gobierno. Le devolvieron, después de 15 minutos, parte del papel con un sello. Los sellos son cosas poderosas en este país, dominan el tiempo de la gente, a veces más que los relojes.
Salió liberada a la calle. Se sentó en un banquito de la plaza y esta vez no quiso rociarlos con querosene a los chicos del secundario que todos los viernes dejan mugrienta la plaza. Estaba demasiado cansada de renegar. Cuando abrió la mochila vio que su cuaderno, donde tenía todos los papelitos que había recolectado después de mucho tiempo, no estaba. Se le pusieron los ojos llorosos. Iba a tener que empezar de cero. O buscarlo el lunes, que con suerte se lo había dejado en la facultad, la Casa de Gobierno, la Caja de Ahorros o en el ciber. Casi todos, con horarios de administración pública.
¿Y zi loz pateo a todoz? Qué lindo sería. Sonrió...Ya me va a oír el psicólogo esta tarde, murmuró. Espantó una paloma con el cigarrillo y se fue caminando, con los auriculares en la sien y el cansancio de los trámites frustados a cuestas. "Ya veremos el lunes. Ya veremos que minga, no pienso volver", se dijo...

miércoles, 29 de octubre de 2008

No voy en tren...(¿todavía?)

“Los trenes volverán, como vuelven los días, los meses, las estaciones… Los trenes volverán, para seguir uniendo pueblos, regiones y ciudades… Los trenes volverán, como van y vuelven, los pasajeros, las cargas y mensajes…Los trenes volverán, simplemente, por el placer de viajar:como el agua, la luz o el amor, no es posible vivir sin ellos”.Fernando Pino Solanas

Martes 28 de octubre. Día soleado. Pesado, como baño lleno de vapor. Tafí Viejo con sus galpones y una chimenea de 1907, centinela de los Talleres. Vías. Paredón ¿y después? Después la villa Obrera. La política interrumpe el ritual de la siesta de pueblo y la tecnología juega de 10 para el Frente Para la Victoria. La presidenta aparece como un fantasma de Kurosawa, entre tantos otros que andan por ahí, metida en los Talleres Ferroviarios, otrora los más grandes de América Latina. La promesa electoral se repite: “los trenes volverán”… ¿Volverán?
La Nave de los Vagones espera la inauguración políticamente correcta, siempre correspondiente a cada nuevo ladrillo que se suma en las gestiones de gobierno. La tecnología mete a la Presidenta dentro en una pantalla, dentro de los Talleres Ferroviarios. Da su discurso, conversa con el gobernador Alperovich. “Gracias presi”, le dice él. “Gracias José”, se escucha desde Olivos. Flores van, flores vienen.
Los operarios con sus cascos azules y sus trajes de fajina ven el acto y aplauden. Los ex ferroviarios que fueron, ven el acto y aplauden. Los alumnos en sus delantales, blanqueados para la ocasión, ven y aplauden. Banderitas electorales que flamean.
Desde el corralito que montaron para los periodistas escucho bombos. Escucho a un animador que no sabe lo que lee. Escucho aplausos. Escucho que hay esperanza en la gente, que a pesar de que no cree del todo, espera los anuncios de esa siesta interrumpida por la política. Y escucho una promesa que ya escuché antes, en otras bocas. “Los Talleres se van a reabrir y van a volver a ser grandiosos. Tafí volverá a brillar como en los años en los que era el más grande pueblo ferroviario y el limón se transportará en vagones (¡carajo!)”, dicen y repiten, más o menos así, siempre.
Me invaden recuerdos propios y heredados de ese lugar, parte de mi historia. Mi bisabuelo paterno y mis dos abuelos trabajaron ahí. Uno de ellos se mató en esas vías. Yo no sabía eso en esos momentos, pero mi viejo, cuando se escuchaba que el tren iba llegando me llevaba en moto hasta la pasarela para que lo viera pasar, o para sentirlo cerca a su viejo, qué sé yo. Recuerdo la melancolía de mis tías cuando hablaban de la sirena de los Talleres. Y sé de la ansiedad que les daba porque sabían que ese sonido avisaba que su padre estaba en camino de regreso a la casa. Veo muchas caras que conozco de mi infancia -ahí está, se dibuja la cara de mi señorita de quinto grado; despues, el chico de anteojos de sol, ése era de la barrita de mi barrio- y me pregunto qué historias personales habrán llevado a todos esos que fueron ahí sin estar rentados, porque hubo otros arreados por dirigentes, de más está decir. Recuerdo que desde hace mucho el eslogan de los políticos para ganar votos en Tafí Viejo es: "vamos a reabrir estos talleres". Y recuerdo de los olvidos posteriores de los políticos. Recuerdos auditivos, visuales, de olores a veranos en biciletas entre esos galpones abandonados -más grandes aun desde mi perspectiva de niña-. Recuerdos formados por el olvido de otros.
Ahora dicen que habrá un tren entre Tafí y la Ciudad (los que viven en las vías ¿al Lomas de Tafí o una vía aérea?). Antes de fin de año, juran y rejuran: "Tafí Viejo-San Miguel". La gente va a esperar. Y los políticos ¿van a recordar?

No voy en tren...


Estos son los Talleres Ferroviarios (alguna vez los más grandes de Sudamérica) que el Gobierno prometió hacer funcionar otra vez. En el pasado muchos dijeron que quisieron reabrirlos, pero no pudieron. La gente cree que en realidad pudieron, pero no quisieron y lo más probable es que tengan razón.

La letra de la canción es de Juan José Villacorta y refleja lo que ese esqueleto que alguna vez estuvo lleno de vida es para Tafí Viejo.


miércoles, 22 de octubre de 2008

Entre creativos y caníbales

Hace unos días yo estaba en mi cocina, a la siesta, cuando un comercial de la carnicería "De carne somos" me tiró de la nube en la que estaba para golpearme con la realidad: no entiendo a los "creativos".
La publicidad, que sonaba en mi modesto chanchito sintonizado en la repetidora de La Cien en Tucumán (95.5), me dejó desorientada y no logré entender los modos de ventas y el marketing, salvaje en este caso -creo.
La historia con la que el negocio quería vender el sagrado ritual del asado argentino consistía, más o menos, en lo siguiente: un jefe le decía a uno de sus empleados que estaba despedido por inoperante, pero que no se preocupara porque para celebrar su nuevo estado de indigente harían un asado en su honor. La mejor parte es que habían comprado el churrasco, los chinchulines y los chorizos en "De carne somos", por lo que el empleado, efusivo, no se preocupó por el desempleo ni por los morlacos -que no tendría en un futuro- para comprar los asados siguientes, sino que pensó inmediatamente en invitar a sus amigos a que se unieran a la celebración por su nueva situación de desempleado que acaba de pasar a engrosar una lista, de por sí, bastante gruesa.
Luego, el spot terminaba con un bandoneón arrabalero y la dirección de la carnicería (en la avenida Colón, si no recuerdo mal).
Me quedé pensando en el misterio que son para mí estos "creativos" que hicieron el comercial -porque, seguro, se creen muy ocurrentes al hacer una publicidad en donde el asadito y el desempleo van de la mano y mientras la parrilla esté llena, no existen los problemas-.
Me pregunto si estas mentes encargadas de aumentar las ganancias de este lugar saben que Tucumán está tercero entre los centros urbanos con mayor nivel de desempleo en todo el país, con 11,5% y que, seguramente, el resto de los indigentes de la provincia no están tan preocupados por la parrillada como por la necesidad e importancia de tener un trabajo para comprar el arroz y los fideos a fin de mes.
Pero ellos son los que saben. Son los que persuaden. De carne somos. Carne comemos. Carne vendemos... Me suena a que somos caníbales cuando pienso en el nombre de la carnicería. Venden carne y somos de carne. Pedazos de qué serán los que tienen colgados en las heladeras enormes de detrás del mostrador. No quiero saber, no soy creativa y sólo quiero entender cómo vende una publicidad como esa. Y quiero sacarme el trauma de "de carne somos y carne comemos". Puaj.

miércoles, 15 de octubre de 2008

De mí (lo que ves es lo que hay)


Soy modelo 85, podría ser una coupé Fuego.
Soy típicamente mente pueblerina y un bicho de ciudad al mismo tiempo.Si fuese un libro, tendría las tapas duras, mala encuadernación, las hojas finitas, casi transparentes, y las palabras amontonadas y sencillas. En lo único que soy constante es en mi inconstancia.
Mi abuela decía que yo tenía la cabeza dura, el corazón tierno y los ligamentos blandos -yo vivía y vivo torciéndome los tobillos, por lo tanto, todo mi cuerpo al ras de suelo-. Mi abuela murió cuando yo tenía tres años, pero mi madre dice que esa descripción todavía vale.
Sufro constantemente de falta de confianza en mí misma. Tengo, por suerte, amigos que confían en mi más que yo.
Tengo una timidez galopante disfrazada de mal humor y cara de perro. Me lastima que me mientan diciéndome que me dicen la verdad. No muestro cuando me tajean adentro. Al dolor también lo disfrazo de mal humor o de indiferencia hacia lo que me hicieron. El enojo no me dura mucho, pero siempre me queda alguna cicatriz. Me tomo demasiado en serio las cosas que dicen algunos pelafustanes y me frustro en exceso. Mis amigos se encargan de argumentar en contra de esas cosas y se vuelve a equilibrar la balanza.
Tengo la letra y el pelo despeinado. Mis pecas, mi prosa, las ideas, los sentimientos y mi cuarto están desordenados. Soy nómade, en contra de mi voluntad y por decisión de la Reina Madre ("mi vieja", digo en el barrio), que me echó a rodar y a rodar por la vida. Tengo cierta parte de mí que desconozco y no puedo domesticar.
Me enternecen los chiquitos cuando juegan y se ríen a carcajadas. Me da bronca la injusticia, pero no hago mucho al respecto. Me gusta la política, mas no los políticos.
La última vez que amé hasta que me dolió incluso la última célula del dedo más chico del pie fue a los 18 años. Espero tropezar otra vez con la misma piedra, pero no caerme.
Generalmente me relaciono con tipos medio trastornados, elegidos por catálogo. Me comprometo con cosas que sé, no pueden durar demasiado. Sufro por eso, pero me imagino que es una buena forma de esquivarle a eso que llaman "sentar cabeza".
Vivo en una casa poblada por notas musicales desordenadas. Y, aunque intente ordenarlas, mi paciencia va a desistir en cualquier momento para acompañar a mi inconstancia. Mi ropero está lleno de cajas embaladas con libros, que esperan la próxima mudanza.
No creo en la fidelidad, pero nunca fui infiel. Sí en la lealtad y trato de practicarla.
Creo que Dios existe, pero no sé cómo es. También creo que no es como me aseguraron que era en el colegio de monjas al que iba.
Soy fosforito, me enojo una barbaridad en un segundo y al rato me apago. Cuando trato mal a alguien, me siento pésima y termino por enojarme más, pero conmigo misma.Soy un poco chueca y me gusta mirar hacia arriba cuando camino, aunque no veo mucho porque no uso mis anteojos.
Soy, en palabras de Sabina, "tan joven y tan vieja"...
Algunos adultos me dijeron que tengo problemas con la autoridad. Yo digo que al respeto una/o no se lo gana por los años o por un cargo, sino por lo que uno es como persona, independientemente de la edad, el color, la jerarquía y demás etiquetas que se le pegan a las personas en la frente o en el disfraz que llevan. Lo demás es miedo, cumplimiento de reglas y, en algunos casos, inteligencia de la que yo carezco habitualmente.
Hace poco un estudiante de Comunicación Social de 22 años, de la Unsta, me dijo que era zurdita por decir que no todos los bolivianos son ladrones. Después me dijo que él es de la línea de Fuerza Republicana, porque así lo criaron en su casa. No hice más comentarios. Otro señor, un cincuentón, me dijo que soy hippie por cómo me visto, pero no practico ni el amor libre, ni vivo en comunidad, ni cultivo plantitas verdes-de momento, por lo menos-. La ropa de bambula o de telas livianas y sueltas simplemente me gusta porque es cómoda y fresca.
Soy una de las personas más paranoicas que conozco. Me persigo por cualquier cosa y hay días en los que creo que es el mundo contra mi. Ni hablar de cuando salgo de noche o de cuando tengo que cruzar la peatonal y los canas me miran de reojo. Pienso que me van a detener por portación de cara o algo así; igual ahora la piloteo un poco mejor que hace un tiempo.
Me gusta ver por la ventana cuando llueve. Los días grises me invaden de una melancolía que se parece un poco a la resignación, pero que está mejor escrita.Tengo la vida llena de ausencias de gente que quiero o quise, pero pinto esos espacios con anécdotas o recuerdos que hacen bien.
Las tormentas de verano me encantan para chapotear y jugar, ensuciar a mis amigos y embarrar las zapatillas como cuando era chica. De más grande entendí que mientras yo juego bajo un aguacero violento, hay gente que pierde todo lo que tiene. Conclusión: las tormentas me producen contradicciones. Odio pisar baldosas flojas después de que ha llovido.
Tengo unas ojeras y una palidez que el sol de Tucumán no puede dorar -sólo enrojecer- y que contrastan con mis rulos indómitos y casi negros.
Mis recuerdos andan sueltos y juegan por mis días. A veces me rescatan cuando voy entre la muchedumbre y me llevan hasta mi casa sin renegar por el amontonamiento. Después, los domingos, me cobran cuando aparecen para hacerme llorar. Me gusta que sea así y que no estén enfrascados bajo llave en algún lugar de mi cabecita -a veces maliciosa y traviesa.
No sé decirle a la gente que la quiero o que la necesito. Me da vergüenza que me vean llorar, sobre todo los hombres.Soy el tipo de personas que no da un beso en el cachete, sino que pone la mejilla. Igual, me encanta besar, pero soy cobarde.
Reniego de Tucumán a veces y muchos quieren que me vaya. No puedo imaginarme lejos, ni en distancia de tiempo ni de espacio.
Soy una persona muy colgada y me agarran periodos de mutismo; de golpe me quedo callada y no hablo más. Cuando estoy así, probablemente estoy pensando en alguna canción de Charly, de Pink Floyd, de Sumo; o me estoy dando manija con algo que dijo o hizo alguien (o en lo que alguien no dijo o hizo) , pero que a mí no me quedó muy claro y me martiriza porque podría ser algo grave; también puedo estar simplemente colgada, distraída y sin ganas de hablar. Eso me pasa desde chiquita, porque todavía me acuerdo de que a mi vieja le molestaba que me quedara muda y siempre me decía: " ¿en qué pensás? Una moneda por lo que estás pensando". Podría haber aprovechado para hacer negocio...
Soy responsable con las cosas que tengo que hacer para otras personas, pero dejada para las cosas que son para mi.
Quiero ser periodista cuando sea -más-grande, pero me dijeron que no lo soy y que hay muchas probabilidades de que no lo sea jamás. Igual disfruto de mi trabajo -que no es de periodista- y aprendo todos los días, pero no por el trabajo en sí, sino por la gente con la que estoy.Tengo ganas de decir "agarrate de mi mano, que tengo miedo del futuro" o "trepate a esta ternura de locos que hay en mí", pero no encuentro al fulano.
Me da pánico mostrar lo que soy. No es cuestión de andar repartiendo por la vida un mapa con las sensibilidades de una, marcadas prolijamente con una "x". (La prolijidad nunca fue mi fuerte).
Cuando me preguntan qué soy, no sé qué contestar.

martes, 14 de octubre de 2008

A mis detractores

01/09/2008

Me dice usted que escribo como mujer. Como mujer blanca y pequeña, de 23 años. Como mujer blanca y pequeña, de 23 años, que tiene la cara llovida de pecas. Como mujer blanca y pequeña, de 23 años, que tiene la cara llovida de pecas y ataques cíclicos de tristeza, alegría y mal humor. Me dice usted, en fin, que escribo como una mujer que, encima, todavía está en construcción. Lo siento muchísimo. Quizás podría prestarme su coqueta prosa de hombre blanco y maduro, cincuentón, perfectamente acabado. Su prosa equilibrada de hombre de mundo con la cabeza llena de ideas y la barriga llena de palabras (y de postres y almuerzos y desayunos y cenas). Puede que entonces -y merced a su generosidad- llegue a alguna parte con mis ridículos cuentos.

Este es un plagio, robado del Planeta Lilliput, no podría yo haberlo escrito mejor, así que le di la palabra a ella.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

El día en el que nada cambió (o eso nos pareció)

Son sensaciones contradictorias las que me ganaron el jueves pasado, en el tan mentado final del "juicio histórico" a los genocidas Bussi y Menéndez.
Fui a la Crisóstomo y Chacabuco a encontrarme con unas amigas para escuchar la sentencia en la que esperábamos que al querido general de muchos tucumanos lo mandaran preso a Villa Urquiza. Esperábamos sinceramente eso, hasta lo creíamos. Saltamos y cantamos en contra de ellos, como muchos otros chicos -algunos militantes, otros, como nosotras, sólo antigenocidas-. Estábamos optimistas mientras pensábamos que, en serio, algo iba a cambiar. Cuando dijeron que no, que la cosa quedaba en suspenso, que el general se quedaba a dormir en el country de Yerba Buena por tiempo indefinido, la bronca y la violencia invadió todo. Volaron piedras de un lado y y gases a rolete del otro. Las cuadras que rodeaban el lugar estaban imposibles entre el humo, la impotencia, la bronca y el odio que se mezclaban para dejar varios ojos rojos.
Me desencontré con mis amigas un rato, ellas corrieron para un lado y yo para el otro. Por suerte ninguna salió muy golpeada. Sólo con los ojos irritados y con el pecho ardido por el simpático gas que tiraron los señores gendarmes en respuesta a las no menos amigables piedras que tiraron algunos militantes para contestar el agradable y tibio fallo que le permite a un asesino volver a su casa a dormir cómodo en una residencia lujosa en Yerba Buena.Por más de que no tiramos piedras, lo legal no nos sonó a justo. Cuando nos reencontramos con mis amigas, después de un rato, caímos en la cuenta de que era demasiado esperar lo que esperábamos. Y terminamos por entender que la aplicación de las leyes no siempre es justa; no, no puede ser justo que un asesino que torturó, mató, quitó cualquier marco de garantías a la población, desapareció inocentes, llevó a su máximo nivel la violencia de la que es capaz el hombre en contra de otros de su misma clase, sea castigado con "detención domiciliaria" porque está viejito, pobre.
Más nos cuesta entender cómo puede haber gente que lo apoye, que lo tenga como a un soldado de la patria, como un héroe juzgado injustamente por "un gobierno montonero". Los montoneros no quitan peso a la responsabilidad que tenía el Estado de cuidar a su pueblo. Los excesos comentidos por los Montoneros o los de la guerrilla (que según Vilas ya estaba controlada en el 75) no justifican las aberraciones que cometieron durante la dictadura en contra de todo el que podía pensar distinto y jugarse por eso en lo que pensaba -y no hablo de montoneros-. Mataron a estudiantes, mujeres embarazadas, robaron criaturas a las que les negaron el derecho a la identidad..."Pero el general tenía linda la ciudad y había más seguridad", dicen algunos que lo apoyan. "Si esto era una guerra", argumentan otros. Si fue una guerra: ¿dónde quedaron los códigos de honor, el trato humano a los prisioneros, las bajas de los dos lados?. No hubo, me parece. Qué decir del "algo habrá hecho"... Sí señora, quizás lo que hizo fue pensar distinto.
Al final volvimos pensando en que tanto lío para nada. Lo queríamos saber en el penal deVilla Urquiza y no en su country. Fue el día histórico en el que nada cambió... Aunque nos despedimos pensando en que todavía no está firme la sentencia. " Sí, por ahí lo terminan mandando". "Sí, habrá que esperar, ojalá que aguante vivo mucho más y llegue hasta ahí"."Ojalá".

domingo, 3 de agosto de 2008

Escritos de Rodolfo Walsh



Hace unos días me pasaron unas hojas, "Cuadernos de Jotape", donde encontré cosas que Walsh escribió acerca de Montoneros; análisis de lo que se estaba haciendo y cosas por el estilo. Más que eso, me sorprendió leer las cartas que acá copié. Me golpeó mucho leer eso mientras volvía en el bondi a casa, así que acá van.


Carta a Vicky
Querida Vicky. La noticia de tu muerte me llegó hoy a las tres de la tarde. Estábamos en reunión cuando empezaron a transmitir el comunicado. Escuché tu nombre, mal pronunciado, y tardé un segundo en asimilarlo. Maquinalmente empecé a santiguarme como cuando era chico. No terminé con ese gesto. El mundo estuvo parado ese segundo. Después les dije a Mariana y Pablo: “era mi hija”. Suspendí la reunión.
Estoy aturdido. Muchas veces lo temía. Pensaba que era excesiva suerte no ser golpeado, cuando tantos otros son golpeados. Sí, tuve miedo por vos, como vos por mí, aunque no lo decíamos. Ahora el miedo es aflicción. Sé muy bien por qué cosas has vivido, combatido. Estoy orgulloso de esas cosas. Me quisiste, te quise. El día que te mataron cumpliste 26 años. Los últimos fueron muy duros para vos. Me gustaría verte sonreír una vez más.
No podré despedirme, vos sabés por qué. Nosotros morimos perseguidos, en la oscuridad. El verdadero cementerio es la memoria. Ahí te guardo, te acuno, te celebro y quizás te envidio, querida mía.
Hablé con tu mamá. Está orgullosa en su dolor, segura de haber entendido tu corta, dura, maravillosa vida.
Anoche tuve una pesadilla torrencial, en la que había una columna de juego, poderosa pero contenida en sus límites, que brotaba de alguna profundidad. Hoy en el tren un hombre me decía: “Sufro mucho. Quisiera acostarme a dormir y despertarme dentro de un año”. Hablaba por él pero también por mí.





Carta a mis amigos


Hoy se cumplen tres meses de la muerte de mi hija, María Victoria, después de un combate con fuerzas del Ejército. Sé que aquéllos que la conocieron la han llorado. Otros, que han sido mis amigos o me han conocido de lejos, hubieran querido hacerme llegar una voz de consuelo. Me dirijo a ellos para agradecerles pero también para explicarles cómo murió Vicki y por qué murió.
El comunicado del Ejército que publicaron los diarios no difiere demasiado, en esta oportunidad, de los hechos. Efectivamente, Vicki era oficial 2° de la Organización Montoneros, responsable de la prensa sindical, y su nombre de guerra era Hilda. Efectivamente estaba reunida ese día con cuatro miembros de la Secretaría Política que combatieron y murieron como ella.
La forma en que ingresó a Montoneros no la conozco en detalle. A los 22 años, edad de su posible ingreso, se distinguía por decisiones firmes y claras. Por esa época comenzó a trabajar en diario "La Opinión" y en un tiempo muy breve se convirtió en periodista. El periodismo en sí no le interesaba. Sus compañeros la eligieron delegada sindical. Como tal debió enfrentar en un conflicto difícil al director del diario, Jacobo Timerman, a quien despreciaba profundamente. El conflicto se perdió y cuando Timerman empezó a denunciar como guerrilleros a sus propios periodistas, ella pidió licencia y no volvió más.
Fue a militar a una villa miseria. Era su primer contacto con la pobreza extrema en cuyo nombre combatía. Salió de esa experiencia convertida a un ascetismo que impresionaba. Su marido, Emiliano Costa, fue detenido a principios de 1975 y no lo vio más. La hija de ambos nació poco después. El último año de vida de mi hija fue muy duro. El sentido del deber la llevó a relegar toda satisfacción individual, a empeñarse mucho más allá de sus fuerzas físicas. Como tantos muchachos que repentinamente se volvieron adultos, anduvo a los saltos, huyendo de casa en casa. No se quejaba, sólo su sonrisa se volvía más desvaída. En las últimas semanas varios de sus compañeros fueron muertos: no pudo detenerse a llorarIos. La embargaba una terrible urgencia por crear medios de comunicación en el frente sindical, que era su responsabilidad.
Nos veíamos una vez por semana, cada quince días. Eran entrevistas cortas, caminando por la calle, quizá diez minutos en el banco de una plaza. Hacíamos planes para vivir juntos, para tener una casa donde hablar, recordar, estar juntos en silencio. Presentíamos, sin embargo, que eso no iba a ocurrir, que uno de esos fugaces encuentros iba a ser el último, y nos despedíamos simulando valor, consolándonos de la anticipada pérdida.
Mi hija no estaba dispuesta a entregarse con vida. Era una decisión madurada, razonada. Conocía, por infinidad de testimonios, el trato que dispensan los militares y marinos a quienes tienen la desgracia de caer prisioneros: el despellejamiento en vida, la mutilación de miembros, la tortura sin límite en el tiempo ni en el método, que procura al mismo tiempo la degradación moral, la delación. Sabía perfectamente que en una guerra de esas características, el pecado no era no hablar, sino caer. Llevaba siempre encima una pastilla de cianuro, la misma con que se mató nuestro amigo Paco Urondo, con la que tantos otros han obtenido una última victoria sobre la barbarie.
El 28 de setiembre, cuando entró en la casa de la calle Corro, cumplía 26 años. Llevaba en brazos a su hija porque a último momento no encontró con quién dejarla. Se acostó con ella, en camisón. Usaba unos absurdos camisones blancos que siempre le quedaban grandes.
A las siete del 29 la despertaron los altavoces del Ejército, los primeros tiros. Siguiendo el plan de defensa acordado, subió a la terraza con el secretario político, Molina, mientras Coronel, Salame y Beltrán respondían al fuego desde la planta baja.He visto la escena con sus ojos: la terraza sobre las casas bajas, el cielo amanecido, y el cerco. El cerco de 150 hombres, los FAP emplazados, el tanque. Me ha llegado el testimonio de uno de esos hombres, un conscripto."El combate duró más de una hora y media. Un hombre y una muchacha tiraban desde arriba. Nos llamó la atención la muchacha porque cada vez que tiraba una ráfaga y nosotros nos zambullíamos, ella se reía."He tratado de entender esa risa. La metralleta era una Halcón y mi hija nunca había tirado con ella, aunque conociera su manejo por las clases de instrucción.
Las cosas nuevas, sorprendentes, siempre la hicieron reír. Sin duda era nuevo y sorprendente para ella que ante una simple pulsación del dedo brotara una ráfaga y que ante esa ráfaga 150 hombres se zambulleran sobre los adoquines, empezando por el coronel Roualdes, jefe del operativo.A los camiones y el tanque se sumó un helicóptero que giraba alrededor de la terraza, contenido por el fuego.
"De pronto, dice el soldado, hubo un silencio. La muchacha dejó la metralleta, se asomó de pie sobre el parapeto y abrió los brazos. Dejamos de tirar sin que nadie lo ordenara y pudimos verla bien. Era flaquita, tenía el pelo corto y estaba en camisón. Empezó a hablamos en voz alta pero muy tranquila. No recuerdo todo lo que dijo.'Ustedes no nos matan' dijo el hombre 'nosotros elegimos morir'. Entonces se llevaron una pistola a la sien y se mataron enfrente de todos nosotros."Abajo ya no había resistencia. El coronel abrió la puerta y tiró dos granadas. Después entraron los oficiales. Encontraron a una nena de algo más de un año, sentadita en una cama, y cinco cadáveres.
En el tiempo transcurrido he reflexionado sobre esa muerte. Me he preguntado si mi hija, si todos los que mueren como ella, tenían otro camino. La respuesta brota de lo más profundo de mi corazón y quiero que mis amigos la conozcan. Vicki pudo elegir otros caminos que eran distintos sin ser deshonrosos, pero el que eligió era el más justo, el más generoso, el más razonado. Su lúcida muerte es una síntesis de su corta, hermosa vida. No vivió para ella: vivió para otros, y esos otros son millones.Su muerte sí, su muerte fue gloriosamente suya, y en ese orgullo me afirmo y soy yo quien renace de ella.
Esto es lo que quería decir a mis amigos y lo que desearía de ellos es que lo transmitieran a otros por los medios que su bondad les dicte.





Nota sobre la muerte de Paco Urondo


Diciembre 29 (1975)


El paco había hecho testamento para poder reconocer a una hija que tuvo con Lucía. Los proscriptos no pueden reconocer directamente a sus hijos. La madre se interna con nombre falso, el niño es anotado con nombre falso.El Paco no anduvo bien en Prensa. Por lo menos yo pensaba eso y otros también lo pensaban, aunque es difícil saber de quién era la responsabilidad. Prensa era un equipo muy grande: alrededor de 70. El error que ellos cometieron fue no comprender a fines de 1975 la naturaleza del golpe que se avecinaba.Fue un error casi general. Se admitía la posibilidad del golpe pero también se trabajaba como si no fuera a ocurrir. Incluso se lo contempla con cierto optimismo como si su víctima principal fuera a ser la burocracia en el gobierno, y no nosotros. No hicimos ningún programa contra el golpe. En agosto del 75 Pancho ( ex teniente de navío Lebrón, montonero desde 1971 hasta el 76, que murió en combate) y yo empezamos a trabajar en una posible respuesta al golpe: sobre todo una respuesta militar que dificultara el despliegue inicial, las primeras 48 horas. No se trataba de parar el golpe sino de que empezara mal, con un costo imprevisto. Cuando hablamos de eso con Petrus, él dijo: “Pero entonces ustedes creen que va a haber un golpe. Eso cambia todas las cosas”.Poco después Petrus restructuró los ámbitos y durante algunas semanas funcionamos el Paco, Zavala, Federico, muertos en el 76, y Eduardo. El Paco y yo trabajábamos entonces en la propuesta de un “plan de emergencia” para oponer al golpe. Sé que se discutió después en la regional, y que sirvió de fundanmento para un plan de operaciones, pero nunca nos llamaron a discutirlo.O sea que el Paco estaba familiarizado en el tema y particularmente con el bloqueo informativo que se iba a producir, ya que era una de las previsiones del plan de emergencia, pero prensa siguió funcionando como si hubiera un futuro electoral: pensando en una revista (que llegó a salir y tuvo una vida efímera) e incluso un diario.La última expresión clandestina era el “Evita”. Naturalmente, si se pensaba en revistas y diarios había que mantener más o menos congregado un aparato importante con grandes locales, imprentas, etc. Ese iba a ser un blanco terriblemente fácil para el enemigo.Al Paco lo trasladaron en mayo, a mí me dijeron que a Europa, pero en realidad a Mendoza, y esto llegaron a saberlo Rosita y Roberto. Me estuvieron buscando para una reunión de despedida. No me encontraron y se hizo sin mi. Después, en junio, una mañana entró Juan en la oficina y me dijo: “lo mataron a Ortiz”. El traslado de Paco a Mendoza fue un error. Cuyo era un sangría permanente desde 1975, nunca se la pudo poner en pie. El Paco duró pocas semanas, su muerte, dijo Roberto, se produjo en un contexto de derrota, por el mecanismo que después nos ha resultado familiar: las caídas en cadena, las casas que hay que levantar la delación, finalmente la cita envenenada. Fue temiendo lo que sucedió. Hubo un encuentro por un vehículo enemigo, una persecución, un tiroteo de los dos coches a la par. Iban Paco, Lucía con la nena y una compañera. Tenían una metra pero estaba en el baúl. No se pudieron despegar. Finalmente el Paco buscó algo en su roja y dijo: “Disparen ustedes”. Luego agregó: “Me tomé la pastilla y ya me siento mal. La compañera recuerda que Lucía le dijo: “Pero papi, por qué hiciste eso”. La compañera escapó entre las balas, días después llegó herida a Buenos Aires. Cree que a Lucía, desarmada, la mataron ahí mismo. Al Paco le pegaron dos tiros en la cabeza, aunque probablemente ya estaba muerto. A la nena la devolvieron poco después. La recuperó Josefina, la hija de Paco, hasta que la mataron este mes de diciembre.
Rodolfo Walsh

miércoles, 9 de julio de 2008

9 de julio, agrio como naranja de plaza



EL sol fue lo único cálido, en un día que nos dejó helados a mis amigos y a mí. La plaza Independencia semi vallada. La 24 cortada con rejas y con unos hombrecitos flúo, la 9 de julio también. De un lado, en la esquina de La Pizzada, un grupo de personas querían pasar para ir a misa, en la iglesia Catedral; la policía no los dejaba. Gritaban un poco los feligreses. Desde la plaza -donde, dicen, estaba la gente que había traído un tal Mansilla "por las dudas"-, cruzaron algunos para que no se lo notara desde la calle al grupo que quería ir a la misa.
Ahí ya se pone triste la cosa. Los taparon y pasó el desfile militar. La gente de Mansilla aplaudió, y sin darse cuenta protegió al rezo de la burla que era todo eso que pasaba sobre la 25 de mayo. Los taparon y pasaron los ministros, el gobernador, los ejecutivos. Los taparon, pero ellos rezaban igual, en círculo, detrás de la valla, tapados, como en la cárcel rezaban "Padre nuestro que estás en el cielo". Detrás de la celda, como en la cárcel siguieron rezando.
Detrás de la valla de la 9 de Julio había tres jubilados. Una jubilada abanderada, los otros llevaban las bandas de escoltas. Tenían -y seguro que todavía tienen- colgada en el cuello la denuncia contra una de las tantas verguenzas de esta provincia: el cartelito del %82 móvil. Querían cantar el Himno Nacional en el monumento a la Libertad. No los dejaban, valla de por medio.Pedían que los dejaran, que querían homenajear a la Patria. No los dejaban. Gritaban con voz cansada pero firme: "viva la Patria". Los policías, inconmovibles.
Una de las señoras se preocupaba porque una de sus compañeras estaba en el otro vallado, cerca de los que rezaban. Le ofrecí ir a decirle a su amiga que ellas estaban sobre la 24 e intentar que la dejaran pasar para que no diera toda la vuelta (cuatro cuadras al pedo tenía que caminar la jubilada de ochenta años). Me indicó cuál era la señora. Fui. La viejita estaba paradita sola, cerquita de la valla, inquieta por no encontrar a los suyos. Le dije que su grupo estaba del otro lado, en el otro corte al acceso a la plaza. Estaba vestida con una campera roja y en la mano una bolsa de mercado vacía, de esas que ya usan solamente las abuelas. Tiene el pelo blanco y la cara con ríos de arrugas. Se entristeció, no la dejaben pasar. Le pedí al policía que le permitiera cruzar, que si quería yo la acompañaba. Me dijo que hablara con el jefe. Fui. EL tipo accedió, "pero que un policía vaya con ella". El jefe pensaba: "la vieja ésta con cara arrugada es una francotiradora contratada por los del campo para pasar a degüello a alguno".
La viejita se juntó con sus compañeros. Pero siguió detrás de una valla. Continuaron con el canto y con la protesta. No dejaron de lado su objetivo: homenajear a la Patria. Decían que trabajaron toda la vida por estas tierras, "para que nuestros hijos tengan un pais mejor". Querían agradecer, por más que la patria les ponga vallas por todas partes. Dan ganas de llorar.
Algunos curiosos comenzaron a acercarse, para ver qué pasaba. Los medios se acercaron. Un abogado, Paez, los calmaba a los ancianos mientras buscaba la manera de que los dejaran llegar hasta la plaza. En eso pasó un funcionario vestido como de luto -parece que lo que se le murió es la vergüenza-. Gritó burlándose "¿Qué no los dejan pasar a los viejos?", bestia que se merece un cascote en la nuca, pobre su madre.
Algunos diarios y la tv se acercaron a escuchar y a ver. Hicieron notas, los medios de un lado de la valla y los jubilados del otro. El abogado consiguió que les liberaran el paso. Los curiosos aplaudimos un poco, era para admirarlos, tan solemnes con las banderas y el himno, sencillos y frágiles. Por fin caminaron hasta el centro de la plaza, los que antes rezaban también pudieron pasar. Los jubilados, acompañados por más gente, cantaron el himno. Caminaron lerdos y tranquilos, sin forzar nada. Hicieron su homenaje. Aman a la patria, por más que los traten tan mal.
Con mis amigos dejamos atrás la plaza que tiene unos naranjos que sorprenderían a cualquier presidente venezolano. Son agrias, señor.
Enojados, con ganas de llorar, tomamos café.
Un asco todo, una burla oficial. Dan ganas de llorar.

Continuó en el hipódromo...